–Lo que nos faltaba… ¡éramos muchos y parió la abuela!

 

Con esta sabrosa expresión popular (ésta, en particular, nos llega desde el portal de Juárez Noticias) reaccionaron un buen de priistas este fin de semana, luego de que se enteraron que se abrirán las puertas del PRI a “ciudadanos simpatizantes” del partido.

 

Y es que ya de por sí las listas de aspirantes tricolores a las gubernaturas que se jugarán el año entrante eran largas, largas…

 

Con decir que hay estados en los que han levantado la mano a la vez hasta 10 o 12 priistas que se ven y se creen con las cualidades y capacidades para ganar las elecciones y dirigir sus estados.

 

Algunos –no lo creerán–, cuyas preferencias con dificultades llegan a cinco puntos en las encuestas. Pero, vaya, ellos se sienten con todos los derechos para convertirse en los abanderados del PRI.

 

Así que si de por sí ya la veían complicada con tantos querendones en derredor, pues ahora, ante la perspectiva de que algún “simpatizante” los haga de lado cuando ni siquiera ha picado piedra en el partido, eso sí que nomás no les hace ni tantita gracia.

 

Esa es la reacción por lo que toca a algunos de los aspirantes y de quienes se han “enlistado” en el juego por las gubernaturas venga o no al caso.

 

Ahora bien, mirémoslo desde otro ángulo.

 

¿Por qué querrían los dirigentes del PRI –y con ellos la Comisión Política Permanente– aprobar la participación de ciudadanos simpatizantes en cargos de elección popular (con excepción de la candidatura a la Presidencia de la República)?

 

Bueno, una de las razones se encontraría precisamente en las largas listas que se han integrado para alcanzar las candidaturas.

 

Sería una manera de apelar a su conciencia –o a un poco de cordura– dado que uno de los requisitos para dejar pasar a un “simpatizante” será que su popularidad esté por encima de los militantes priistas en la competencia.

 

Otra de las razones –y es quizás una de las que mayor peso tuvo para echar a andar esta medida que parecía dormir el sueño de los justos– tendría que ver con la actitud que han asumido la mayor parte de los gobernadores priistas con vistas a su sucesión.

 

Los mandatarios insisten en ser ellos quienes designen a sus sucesores (al candidato del PRI) y no siempre tienen en mente a los mejores hombres o mujeres, ni a quienes podrían realmente ganar las elecciones.

 

Incluso, algunos gobernadores están jugando rudo –la “guerra sucia” se ha desatado en algunos estados desde las mismas filas tricolores– contra aquellos priistas que destacan y hacen sombra a sus delfines.

 

Ante ello, la decisión de la cúpula priista tendría más que ver con poner orden y dar un manotazo a los gobernadores para ponerle un alto a sus caprichos.

 

Sea cual sea la razón, o sean las citadas u otras a la vez, lo cierto es que “eran muchos y parió la abuela”.

 

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ES UN PRI SIN CANDADOS.- Manlio Fabio Beltrones lo argumenta así: Si no tienen gran credibilidad los partidos políticos, abramos la puerta a los ciudadanos simpatizantes; no nada más a los militantes para la competencia política.

 

Tenemos que acercarnos mucho más a los simpatizantes –afirma–, quitar esas reglas viejas del siglo pasado en las que solamente pueden ser candidatos aquellos que tengan una militancia comprobada de tantos años y que además tengan una credencial.

 

Para el dirigente nacional del PRI, la decisión que tomaron significa construir “un PRI sin candados”.

 

¿Cómo van a evitar que se les cuelen caballos de Troya o meros delincuentes?

 

Beltrones recordó una anécdota de don Adolfo Ruiz Cortines en la que decía: “¿Quieres saber quién es tu verdadero padre? Metete a la política y vas a ver que va salir rápido cuáles son tus antecedentes y si en verdad eres nativo de la población en la que dijiste habías nacido”.

 

Pero si no fuera suficiente, hoy con las redes sociales se conoce todo…

 

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GEMAS: Obsequio del presidente del PRD, Agustín Basave, ante los inminentes nombramientos en la Suprema Corte, el Coneval y el INEGI: “Nos preocupa ese retorno del control presidencial como lo era antes, en el antiguo régimen, en donde no se movía la hoja de un árbol en el país sin la voluntad del presidente”.