En la Secretaría de Relaciones Exteriores no se vive un día de campo.

 

No lo vive la canciller, Claudia Ruiz Massieu; tampoco Paulo Carreño King, subsecretario para América del Norte; ni siquiera –desde Washington–, el embajador Carlos Sada Solana.

 

Pero sus preocupaciones no derivan tan sólo por los resultados de la elección en Estados Unidos, aun con –o a pesar de, según se vea– el triunfo de Hillary Clinton.

 

No. El principal temor que hay entre altos funcionarios de la Cancillería es hacia Luis Videgaray.

 

Es un asunto de “mala conciencia”, según nos describen: “Están esperando cómo se las cobra Videgaray” por haberse hecho a un lado, “filtrar información” y “jugar a la mártir” incluso –con todo y rostro lloroso y ropa de luto–, ante la invitación a Donald Trump a Los Pinos.

 

Saben que el ex secretario de Hacienda, aún fuera del gabinete, mantiene buena parte de su fuerza. Y saben que no tardará en desquitarse. “Videgaray se siente traicionado”, afirman.

 

 

Por ello se habla ya de “cambios mayores” en la Cancillería. “Sólo están esperando que pase la elección (en Estados Unidos)”, apuntan.

 

Ése sería el momento ideal para evitar mayores especulaciones y dar una salida razonable a la actual secretaria: nuevo gobierno de los vecinos del Norte, nuevos interlocutores de nuestra parte.

 

Quien también está en la cuerda floja es Carreño. Se le considera copartícipe del “affairTrump.

 

Además, su relación con el representante diplomático de nuestro país en Estados Unidos no es de lo mejor. Van dos ocasiones que Carreño amonesta a Sada por hablar bien de los demócratas; el subsecretario consideró que el embajador mexicano hizo proselitismo a favor de Hillary y los demócratas en algunas de sus reuniones, según ha platicado el propio embajador.

 

Así que el propio Sada podría terminar sacrificado en esta historia de sinsabores.

 

Otro cambio que se menciona –aunque por razón diferente– es el de Miguel Ruiz Cabañas, subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos. El caso Roemer y el voto de México en la Unesco le costaría el cargo.

 

Los comentarios en la SRE no terminan ahí.

 

Dos renuncias acaban de ser puestas sobre la mesa: la de María Eugenia Casar a la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid); y la de Eunice Rendón Cárdenas, al Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME).

 

Ambos casos relacionados, de una u otra manera, con los dineros que recibe Josefina Vázquez Mota a través del programa Juntos Podemos y que tiene furiosos no sólo a los cónsules mexicanos en Estados Unidos, sino a buena parte del sector diplomático de nuestro país.

 

(Por cierto, que a quien se menciona podría llegar a una de las posiciones ya vacantes es al ex secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade).

 

 

GEMAS. Obsequio del internacionalista Genaro Lozano sobre Hillary Clinton: “Habrá una Presidenta feminista, proderechos sexuales y reproductivos, y esto es un avance histórico, tan histórico como el triunfo de Obama en 2008”.