Los priistas andaban nerviosones. Temían que desde la oposición lanzaran algún grito o reclamo a Enrique Peña Nieto.

 

-¡Cuiden al Presidente!-, pidió Emilio Gamboa a sus senadores.

 

Y así fue. Apenas ingresó Peña Nieto al antiguo salón de sesiones de Xicoténcatl, los priistas -situados en la zona central del pleno- aplaudieron a rabiar. A derecha e izquierda, panistas y perredistas permanecieron tiesos, silenciosos.

 

De pronto pareció que alguien iba a gritar o a lanzar algún reclamo. No había tal, ni siquiera la aguerrida Layda Sansores estaba presente, pero desde el PRI creyeron que algo se tramaba y se alzaron con gritos de ¡Bravo! ¡Bravo!

 

Peña Nieto sonrió y agradeció desde lo alto de la tribuna del Senado de la República.

 

A un lado, Miguel Barbosa (PRD), presidente del Senado, dio paso a las presentaciones. Con voz engolada fue mencionando nombres. El primero, el de Peña Nieto. Y va de nuevo la escena:

 

Los priistas y los verdes sonaron estrepitosas palmas ¡y además se pusieron de pie! En cambio panistas y perredistas (no vimos a nadie presente del Partido del Trabajo) permanecieron sentados, quietos, callados, en sus escaños.

 

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Así comenzó la ceremonia de entrega de la medalla Belisario Domínguez al delicioso narrador y cuentista chiapaneco Eraclio Zepeda.

 

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MANCERA SE NOTABA INCÓMODO.- Desde que llegó al Senado, Miguel Ángel Mancera se veía a disgusto. Apenas si charló un poco con el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco y cruzó saludos con el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong y con el titular de Educación, Emilio Chuayffet.

 

Tan incómodo estaba el jefe de Gobierno del Distrito Federal que no se integró al grupo que rodeaba a Peña Nieto en el patio del Senado -para platicar y tomarse fotos- y apenas terminó la guardia de honor ya ni siquiera esperó a que se fuera el Presidente de la República. Fue el primero (y el único) en partir antes que Peña.

 

Llamaba también la atención que a este evento no hubiera asistido el presidente de la Cámara de Diputados, el perredista Silvano Aureoles (estuvo en su lugar el vicepresidente, Tomás Torres, del Verde Ecologista). ¿Será acaso porque Silvano no puede ver ni en pintura a Barbosa?

 

Para quienes gustan de las señales políticas -y en este caso se quedaron con las ganas-, les contamos que en representación de la Suprema Corte asistió Alberto Pérez Dayán, uno de los pocos ministros que no se inscribió como candidato para la presidencia de la SCJN.

 

Quien sí logró hablar con Peña y entregarle una carta, fue el panista Javier Corral. Ocurrió ya en el patio cuando se despedía. Le pidió se investiguen las denuncias sobre corrupción del gobernador de Chihuahua, César Duarte.

 

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LACO Y LOS ROBLEDO.- Eraclio Zepeda lucía conmovido. 77 años. Dificultades al andar. Larga su trayectoria política-militante (abandonada hace tres lustros), mejores sus narraciones, sus cuentos y sus poemas. Benzulul, Horas de Vuelo, Ratón-que-vuela, Las grandes lluvias, La espiga amotinada, son algunas de sus obras.

 

Zoé Robledo, presidente de la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez, fue el encargado del discurso. ¡Espléndido discurso!, por cierto.

 

Pero algo más que la tierra chiapaneca une al senador perredista Zoé con Laco Zepeda: recordemos que el hoy galardonado fue secretario de gobierno del mandatario chiapaneco Eduardo Robledo Rincón (padre de Zoé) en los tiempos difíciles del levantamiento zapatista.

 

En ese entonces el escritor -cuya trayectoria política provenía del Partido Comunista- fue duramente criticado por haber aceptado aquel cargo político al lado del priista. Laco Zepeda tardó muchos años en recuperarse de ese episodio en su vida.

 

Ayer, la deuda quedó saldada.

 

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GEMAS: Obsequio del senador Zoé Robledo: “Empecemos ya (a transparentar nuestros bienes), porque si no lo hacemos, abrimos la posibilidad de que las libertades sigan tutelando la impunidad y que la democracia se prostituya en el altar de las ganancias”.