De la promulgación de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información ayer, en Palacio Nacional, lo que realmente llamó la atención fue la grilla política; los ires y venires, el quién con quién, las palabras al oído de unos y otros.

 

Lo primerísimo que sorprendió fue el arribo del secretario de Hacienda, Luis Videgaray. ¿Por qué? Porque normalmente suele llegar junto con el Presidente de la República. Y ayer no fue así.

 

En este evento, Videgaray apareció y subió al presídium a la par de buena parte de los miembros del gabinete para aguardar el arribo de Enrique Peña Nieto. Y fue con tanta anticipación que el hombre al que muchos temen se dio tiempo hasta para conversar con el dirigente del Partido Encuentro Social (PES), Hugo Eric Flores.

 

MARTHAanaya

 

Este pequeño detalle, para los que aún toman en cuenta los signos y los símbolos, no pasó desapercibido. Tanto que no faltó quien se preguntara “qué onda con Videgaray”.

 

La respuesta obviamente quedó en el aire.

 

¿Con quién llegó entonces el Presidente? Originalmente estaba previsto que le acompañaran el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos; el nuevo coordinador de Comunicación Social de la Presidencia, Eduardo Sánchez; el coordinador de asesores, Francisco Guzmán y el secretario auxiliar del jefe del Ejecutivo, Jorge Corona.

 

Pero ninguno de ellos apareció a la hora de la hora.

 

Con Peña Nieto arribaron el secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade (organizador del evento); el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y el jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño.

 

Luego, a la hora de los discursos –sobre todo durante el de Miguel Barbosa que duró ¡20 minutos!– atestiguamos lo que parecían sabrosas charlas codo a codo:

 

En el extremo izquierdo, el senador Armando Ríos Piter con la directora del IFAI (ahora INAI), Ximena Puente; luego, con su sonrisa habitual, el coordinador de los priistas en el Senado, Emilio Gamboa y el jefe de Gobierno del DF también comentando sin duda cosas alegres, Miguel Ángel Mancera; del otro la procuradora Arely Gómez y Nuño.

 

Pero los que realmente parecían disfrutar la plática eran el presidente de la Suprema Corte, Luis María Aguilar y Peña Nieto.

 

Mientras tanto Barbosa seguía con su discurso. Y no fue sino hasta que un de repente dijo: “Escuchen lo que voy a decir…”, que todos los del presídium interrumpieron sus pláticas particulares y se volvieron a verlo.

 

Entonces le escucharon declarar al perredista: “Señoras y señores, México no es un país de corruptos”.

 

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A NUEVE AÑOS DE ATENCO.- Han transcurrido nueve años de los sucesos de San Salvador Atenco. Tiempo suficiente, pensaría uno, para conocer a profundidad lo que ocurrió en aquella jornada del 3 y 4 de mayo de 2006. Pero no es así.

 

Sabemos, sí, de los violentos enfrentamientos de integrantes de la Policía Federal Preventiva, de la Agencia de Seguridad Estatal del Estado de México y de la Policía Municipal con habitantes del lugar, con militantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y adherentes a La Otra Campaña del EZLN.

 

Enterados estamos de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación acreditó la existencia de “violaciones graves de garantías individuales y derechos fundamentales por parte de las autoridades policiacas” que intervinieron en aquellos hechos.

 

Pero lo que aún no sale a la luz por completo es el verdadero papel que jugaron los dirigentes de las distintas corporaciones que intervinieron en aquellos hechos que aún persiguen al entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.

 

Uno de ellos –quizás el mayor de los responsables, aun cuando ha escondido la cabeza durante todo este tiempo–, paradójicamente viste hoy en día la toga y el birrete en la Suprema Corte: Eduardo Medina Mora.

 

Entre tanto, a nueve años de distancia, volvimos a ver los machetes y a escuchar el grito de los atenquenses por el Paseo de la Reforma recordando: “¡Atenco Vive/ La Lucha sigue!”

 

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GEMAS: Obsequio de Ignacio del Valle, dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, durante la marcha conmemorativa de Atenco: “¡Tierra sí, aviones no!”