Iniciaba el Consejo Nacional del PRD. Ante el atril, Carlos Navarrete echó la mano derecha al bolsillo de su pantalón y sin discurso escrito ni tarjetas, arrancó con las cuentas felices del partido que dirige:

 

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Dijo que el sol azteca estaba ¡inundado! de candidatos; que las preferencias electorales –a pesar de los “sucesos conocidos”– lo situaban en estos momentos en 15%, su promedio histórico en elecciones intermedias; aseguró que ningún partido tiene nada ganado ni perdido, y que el PRD va a ganar Michoacán, Guerrero y el Distrito Federal.

 

Incluso mencionó que el PRD está como en sus mejores tiempos en Michoacán. Y le levantó triunfalmente el brazo a su candidato Silvano Aureoles.

 

De lo que no habló el dirigente nacional ante los poco más de 250 consejeros presentes fue de Iguala, de la desaparición de los normalistas, de lo ocurrido con los Abarca, de la renuncia del gobernador Ángel Aguirre (tanto a la gubernatura como al PRD).

 

Y tampoco dijo pío sobre la renuncia de su fundador, Cuauhtémoc Cárdenas; ni mucho menos de la de su ex jefe de Gobierno, Alejandro Encinas; o de la del senador Mario Delgado.

 

Navarrete, presidente nacional del PRD, no estaba para mirar el lado oscuro de lo queda de su partido. Vaya, ni cuenta se daba de los murmullos de sorna que se extendían al escucharlo.

 

Sin embargo, la perrelandia dibujada por su dirigente no tardaría mucho en recibir sonoros reclamos y mentadas de madre.

 

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¡SON CHINGADERAS!- Los ánimos estallaron al reanudarse la sesión ayer por la mañana y darse a conocer finalmente la lista de plurinominales en la que destacaban: El agandalle de Los Chuchos para las primeras posiciones y la exclusión de Marcelo Ebrard (y de René Bejarano y Carlos Sotelo).

 

La mexiquense Nunila Pedraza se levantó a reclamarles –al son de “¡son chingaderas!”–, que el distrito 4 de Metepec se lo hubieran dado ¡al Partido del Trabajo!, cuando a ella le había costado mucho convencer a los vecinos para ganarlo para el PRD. Y no sólo eso, apuntó, el PT está haciendo acuerdos con el PAN.

 

Luego se siguió con lo de Marcelo. Desde el mismísimo atril y con el rostro enrojecido del coraje, Nunila comenzó a aplaudirles “las pendejadas que acaban de aprobar”: dejar afuera “al mejor cuadro político” que tenía el PRD después de Cárdenas.

 

Los Chuchos comenzaron a increpar a la marcelista. Encabezados por Angélica de la Peña, esposa de Jesús Ortega, optaron por gritarle: ¡Cállate! ¡Falta de respeto! (y uno que otro epíteto).

 

Nunila les respondió: “¡Las chingaderas que vengo de decirles no son más falta de respeto que las que ustedes le hacen a la militancia!”

 

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EL VETO, ¿DE OSORIO CHONG Y/O DE MANCERA?.- La sonorense Petra Santos –también del grupo de Ebrard– preguntaría a su vez: ¿Cómo es posible que apoyen mejor a Jesús Zambrano que avaló a los delincuentes de Iguala en lugar de Marcelo?

 

¿Por qué lo dejan fuera? ¿Por sectarismo? ¿Por qué aplican el veto de (Miguel) Osorio Chong?, pinchó la integrante del Comité Ejecutivo.

 

Los de Nueva Izquierda se pusieron como locos al recibir el aguijonazo. Le gritaron ¡Mentirosa! ¡Cállate! ¡tiempo! –y otras lindezas–, para no dejarla seguir. Pero en los corrillos circulaba la versión de que el veto para Ebrard se había acordado desde el jueves pasado en el Palacio de Covián.

 

Petra contaría a su vez que en la sesión del CEN –previa al Consejo–, Navarrete les había dicho que lo de Marcelo “hubiera podido arreglarse muy fácilmente: con una llamada de Ebrard a (Miguel Ángel) Mancera”.

 

Agustín Guerrero refirió que él les había preguntado a todos los líderes de las corrientes si consideraban que Ebrard debía estar en las listas, y que todos le dijeron que sí. Entonces, preguntó, ¿por qué no está en las listas?

 

En cambio, apuntó, sí están postulando al secretario general de Gobierno de Puebla, Luis Maldonado, autor intelectual de la Ley Bala.

 

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GEMAS: Regalito de Gustavo Madero a propósito del proceso electoral en Nuevo León: “Esos que tratan de decir que estamos todos fregados, que estamos todos peleados, que estamos derrotados, ¡Ni madres! ¡Ni madres!”