En 1988 -mientras se calificaba en la Cámara de Diputados la Elección Presidencial-, el poeta Jaime Sabines tomaba nota desde su curul de cuántos adjetivos se le endilgaban desde la tribuna al PRI.

 

Eran días intensos. El “sistema” se había “caído”. Cuauhtémoc Cárdenas desafiaba el discutible triunfo del priista Carlos Salinas de Gortari. En las afueras de San Lázaro un campamento de cardenistas hacía guardia día y noche. Las galerías estaban a reventar. La maquinaria priista, por vez primera, se hallaba de rodillas.

 

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En ese ambiente, desde el fondo del recinto, Sabines escuchaba las voces de la oposición y no tardó en llenar un par de cuartillas (las conservo aún con todo y su firma al calce) con cuanto calificativo escuchó en contra de los recién bautizados “dinosaurios” del PRI.

 

Era, dijo entonces, una especie de “memorial” de la elección presidencial.

 

Bueno, pues un ejercicio semejante realizamos en estas últimas semanas con las leyes secundarias de la reforma energética.

 

Sólo que no únicamente van los adjetivos que la oposición le endilgó a los priistas (y de paso a panistas y verdes), van también los que priistas y panistas devolvieron a la izquierda.

 

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EMBAUCADORES, CÍNICOS, TRAIDORES.- Comenzamos con algunas de las expresiones de legisladores del PRD, PT y Movimiento Ciudadano:

 

Los priistas son ciegos, mudos, sordos, mansos, autistas, mentirosos, ignorantes, hipócritas, ladrones, entreguistas, retóricos, neoliberales,  desvergonzados, transas, paleros, insensibles, caprichosos, falsos, loquitos, rateros, serviles, demagogos, traidores a la patria, herederos de Santa Anna, irresponsables, ambiciosos, privatizadores, pusilánimes, cobardes, abusivos, incongruentes, inmorales, violentadores de la ley, salvajes, corruptos, fascistas, simuladores adoctrinados, apátridas, demagogos, incongruentes, hipócritas, secuaces de Peña Nieto, dialécticos del engaño, la simulación y la componenda; además: usureros, indignos, abdicantes del poder, tecnócratas, impuros, desarraigados, perversos, conservadores, farsantes, vendidos, faltos de huevos, incapaces para debatir, contradictorios, saqueadores, arbitrarios, prepotentes, oligarcas, criminales, ultraderechozos, neoporfiristas, pro imperialistas, robots, vendedores del país, indolentes, apátridas, mercachifles, desnacionalizados, perversos, golpistas, faltos de pantalones, estúpidos, sin altura de miras, magos del ilusionismo, enfermos del síndrome de Zacazonapan, atracadores de la nación, gestores del nuevo latifundismo petrolero y del despojo de tierras; inmorales, espurios, mezquinos, tramposos, arbitrarios, embaucadores, cínicos, miopes, obtusos, depredadores, faltos de visión, antinacionalistas, vende patrias, sepultureros de la historia, enviados de Satanás; y por lo que toca a la escala zoológica: encantadores de serpientes, émulos del gatopardismo, borregos adoctrinados, focas aplaudidoras, víboras y ratas.

 

Todo lo anterior, recordemos, aderezado con abandono de sesiones, toma de tribunas, mantas, pancartas, versos, poemínimos, bustos y efigies de Lázaro Cárdenas, reclamos desde curules, golpeteos sobre las mesas, flores, funerales, banderas desplegadas, Himno Nacional a capela y un par de viborillas paseando por el pleno de San Lázaro.

 

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BURROS, CHISMOSOS, RESENTIDOS.- Ahora van los calificativos que eligieron desde el lado del PRI y del PAN para responder a los legisladores de la llamada izquierda:

 

Burros, chismosos, resentidos, chantajistas, mezquinos, corruptos, filibusteros, incongruentes, paleros (de la reforma fiscal), bocones, contradictorios, mentirosos, incongruentes, tramposos, ignorantes, confusos, frustrados, anacrónicos, mal intencionados, habladores, ociosos, provocadores, vulgares, ordinarios, demagogos, electoreros, carentes de audacia, de reflejos y de inventiva; aburridos, decadentes, conservadores, retardatarios, defensores de lo indefendible, conservadores de la izquierda, sin altura de miras, falsos mesías, traidores a la patria (sí, también).

 

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GEMAS: Y después de tantos adjetivos y sustantivos, hoy, a las 11 horas en Palacio Nacional, el presidente Enrique Peña Nieto promulga las Leyes Secundarias de la reforma energética.