Cada vez surge con mayor frecuencia el nombre de José Antonio Meade en las mesas de los políticos.

 

Y no sólo hablan de él los priistas –aunque son los tricolores los que más hurgan en el personaje–, también los del PAN, los del PRD y hasta los de Morena.

 

meade

 

Todos ellos apuntan hacia una posibilidad: Que Meade sea el “caballo negro” en las próximas elecciones para la Presidencia de la República.

 

Por lo general, el nombre del canciller surge por descarte en las conversaciones a las que hemos asistido. Palabras más, palabras menos, el razonamiento va así:

 

Luis Videgaray es el hombre más poderoso del gabinete, el hombre a quien mayor confianza le tiene Enrique Peña Nieto y a quien más recurre el Presidente para aconsejarlo.

 

Seguramente querrá la candidatura priista, pero difícilmente –más bien lo ven imposible- ganaría una elección.

 

De ahí que en una de esas (como sucedió en el Estado de México en el momento de preparar la sucesión del propio Peña) el secretario de Hacienda no sea el elegido.

 

Considerando el propio Videgaray esa posibilidad, apuntalaría entonces a alguien de su equipo para jugar la carrera presidencial.

 

En ese escenario, el actual secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quedaría descartado de entrada. Son competencia natural y en cuestión de formas de ser, como el agua y el aceite.

 

El “joven maravilla”, Aurelio Nuño –considerado alfil de Videgaray–, no dura ni una ronda en las charlas. Lo descartan con la mano en la cintura porque, aducen, los priistas no lo van a dejar pasar: “¡En su vida se ha acercado al partido!”, acusan y dan vuelta a la página sin más.

 

¿A quién más podría Videgaray impulsar en su lugar?

 

Es aquí cuando surge el nombre de José Antonio Meade Kuribreña, actual secretario de Relaciones Exteriores y ex titular de Hacienda. Las menciones vienen acompañadas de algunas de las cualidades del personaje –sencillo, educado, inteligente– y de algunos otros detalles relacionados con el poder: como el que muchos asuntos de otras secretarías están pasando por sus oficinas, sea para definir soluciones o para dar el visto bueno.

 

En su equipo han notado la confianza, las deferencias y la importancia que desde Los Pinos –y por parte del propio Videgaray– se le está dando a Meade. Tanto que ellos mismos lo están viendo (y perfilando ya) como presidenciable.

 

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¿ESTÁ AFILIADO AL PRI?- Las elucubraciones de estos políticos, a los que poco les falta para ver a Meade con la banda presidencial al pecho, se han topado con algunos descolones de parte de priistas bien colmilludos.

 

El primero suena a sopapo: ¿De veras creen que Meade podría ganar una elección? ¡Imagínenlo en campaña frente a (Rafael) Moreno Valle o frente a (Andrés Manuel) López Obrador! No tiene la menor posibilidad.

 

El segundo lleva veneno. Inicia con una pregunta mordaz:

 

–¿Y de qué partido (sería Meade candidato)?

 

–Pues del PRI…–, responde el interlocutor.

 

–Pero si no es priista–, refuta el viejo político.

 

A renglón seguido manda buscar los estatutos del partido. Da con el Artículo 166 fracción X. Lee con todas sus letras: (…) para ser candidato a gobernador, presidente y jefe de Gobierno se requieren 10 años de militancia.

 

Otro priista de antaño, de la época de Augusto Gómez Villanueva, mencionó entonces algo que clavó la duda en la mesa. Contó que en una ocasión escuchó a Meade confesar que él era priista. Y esto, siendo secretario de Hacienda en el sexenio de Felipe Calderón.

 

¿Tiene Meade credencial del PRI? ¿Alguien la ha visto?

 

Ninguno pudo asegurarlo.

 

En su currículo oficial y hasta en el famoso Wikipedia se lee al respecto, Partido: Independiente.

 

De ser así, y con los estatutos del PRI tal como están ahora, habría que bajar a Meade de la jugada. Al menos como candidato del tricolor.

 

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