Jesús Zambrano y Gustavo Madero vivieron toda una luna de miel con Enrique Peña Nieto y su equipo durante los tiempos de “El Pacto”.

 

Año y medio en el que los dirigentes del PAN y del PRD acompasaron su paso al del gobierno y minimizaron o se hicieron guajes ante asuntos que lanzaban llamados de alerta, como el de la violencia y la inseguridad.

 

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La mesa de tres patas que establecieron los principales partidos bajo la tutela y apoyo de Los Pinos -a la que se sentaron un sinnúmero de veces Madero, Zambrano, César Camacho (dirigente del PRI), Miguel Osorio Chong (secretario de Gobernación), Luis Videgaray (titular de Hacienda), Aurelio Nuño (jefe de la Oficina de la Presidencia de la República)- tuvo como máxima prioridad sacar adelante la reforma energética.

 

Otras reformas, como la fiscal y la del Instituto Nacional Electoral, no fueron más que meros dulces que los priistas obsequiaron para que sus compañeros de andanzas en la supuesta oposición tuvieran a su vez algo para calmar las protestas y las exigencias de sus militantes y seguidores.

 

En esos tiempos de “El Pacto”, la aprobación de la consulta popular como mecanismo ciudadano a aplicarse en temas de importancia nacional, cayó como anillo al dedo para unos y otros.

 

Particularmente para un grupo de perredistas que vieron en la consulta popular la posibilidad de echar abajo la reforma energética. Manuel Camacho Solís fue el de la idea.

 

Ni tardos ni perezosos, priistas y panistas se pusieron las pilas y a la hora de reglamentar la consulta ciudadana en el Congreso, metieron varios candados que -desde entonces se veía- fácilmente podrían echar abajo la posibilidad de aplicar la consulta en un tema como el energético.

 

Pero a ello se aferraron los perredistas. Su dirigencia decidió evitar todo tipo de protesta en la calle -a lo más que llegaron fue a un mitin tibio que encabezó Cuauhtémoc Cárdenas con un discurso igualmente tibio- y decidieron “luchar” por la vía de la consulta popular.

 

Lo cierto es que no les interesaba echar abajo la reforma energética ni confrontarse con el gobierno. Simplemente seguían el juego y el tema, por añadidura, les servía como bandera de campaña para las elecciones del 2015.

 

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LA PATALETA DEL PAN.- Los panistas vivieron tiempos de gloria -de “victoria cultural”, le llaman ellos- durante esa etapa de “El Pacto”.

 

La reforma energética fue hasta donde los azules quisieron. Más allá de lo que el PRI imaginó en primera instancia.

 

Para obsequiar tal regalote a los priistas, exigieron la reforma electoral: la desaparición del IFE y la conformación en su lugar del Instituto Nacional Electoral. Resultó un mazacote horrendo pero en ello se empecinaron y ahí está.

 

Sólo hicieron pataleta con la reforma fiscal porque lo que querían era el IVA generalizado al 15% y no lo que a fin de cuentas se aprobó: aumento de impuestos selectivo.

 

El tema económico asomó entonces como posible bandera para el PAN hacia las elecciones intermedias. Madero se pirateó la propuesta de Miguel Ángel Mancera sobre la necesidad de aumentar el salario mínimo y tal fue su propuesta de consulta popular.

 

Lo cierto es que al líder de Acción Nacional el tema le tiene sin cuidado. Se lo confió al propio Agustín Carstens: se trataba de una bandera para las elecciones del 2015.

 

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LAS CONSULTAS VAN PARA ATRÁS.- Si PAN y PRD esperaban -como ya vimos- que las consultas populares los llevaran en andas hasta los comicios de junio próximo, se equivocaron.

 

La de Acción Nacional ya la echaron ayer para abajo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La declaró inconstitucional.

 

Se espera que ocurra lo mismo con la del PRD. Al menos en ese sentido va el proyecto de sentencia que presentará la ministro Margarita Luna Ramos.

 

¡Ni modo!, a Ricardo Anaya y a Carlos Navarrete les reventó la farsa.

 

Ya no son los tiempos de “El Pacto”.

 

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