En un principio se plantearon dos posibilidades en torno a la filtración de la conversación entre Donald Trump y Enrique Peña Nieto:

 
-Que se tratara de un “topo” dentro de la Casa Blanca.

 
-O que fuese alguien del propio equipo del Presidente de Estados Unidos.

 
La primera hipótesis no tardó mucho en caerse. Cuando a la publicación de la primera filtración a la corresponsal mexicana Dolia Estévez –y subsecuente desmentido de la Secretaría de Relaciones Exteriores-, siguió otra filtración a la Associated Press –también desmentido por la cancillería mexicana-, luego una tercera filtración a la cadena de televisión CNN, y una cuarta a Univision, y otra más a The New York Times…

 
Bueno, cuando todo esto sucedió –en menos de 12 horas-, la suposición del posible “topo” se hizo añicos.

 
Se trataba de alguien del grupo de Trump. Un “alguien” con suficiente poder (debe tener una posición privilegiada al lado del mandatario estadunidense) como para que importantes periodistas dieran crédito a la versión que les extendía. Versión que iría(n) matizando, o dando un rumbo distinto incluso, en razón a la reacción del gobierno mexicano.

 
¿Era un “alguien” que actuaba por su cuenta (alguien como el estratega de la Casa Blanca, Steve Bannon)?

 
Quizás. Al menos como cabeza de la estrategia. Porque ya para el anochecer, no quedaba duda entre los analistas de inteligencia mexicanos de que se trataba de una estrategia del equipo de Trump.

 
¿Estrategia para qué, con qué intención?

 
-Seguir debilitando a Peña Nieto (junto con su equipo de trabajo), al propio gobierno mexicano y llevar la relación México-Estados Unidos al punto mínimo de negociación.

 
¿Para qué?

 
Para lo que se viene… -advierten- sea la renegociación del Tratado de Libre Comercio, sea que EU denuncie el TLCAN o cualquier otra cosa que tenga en mente Trump para echar a andar pronto.

 
Esta hipótesis sería compatible con el comportamiento, ayer, del propio inquilino de la Casa Blanca, quien, muy quitado de la pena, dijo a sus conciudadanos:

 
“Cuando oigan sobre las duras llamadas telefónicas que estoy teniendo, no se preocupen… Son duras, tenemos que ser duros. Es hora de que seamos un poco duros. Prácticamente todas las naciones del mundo se han aprovechado (de EU)… y eso no va a seguir ocurriendo”.

 
¿A qué llamadas se refería Trump?

 
No lo dijo explícitamente, pero sólo dos llamadas telefónicas han causado polémica hasta ahora –al menos, públicamente-; la que sostuvo con Peña Nieto hace cuatro días (el 27 de enero pasado) y la que tuvo con el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, a quien le habría colgado el teléfono.

 
O sea, todo esto ha sido parte de su estrategia. Ése es el punto central al que debiéramos enfocarnos y en ver cómo responde nuestro país (y no andar desacreditando y llevando al patíbulo a los periodistas).

 

 

GEMAS. Obsequio del senador panista Roberto Gil Zuarth: “Más allá de que se haga pública o no la conversación (entre Peña Nieto y Trump), el Gobierno federal debe formular una protesta enérgica a Estados Unidos por la filtración de esa plática, que fue privada”.