Eso dice el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong: que la salida de Jesús Murillo Karam de la Procuraduría General de la República y el arribo en su lugar de Arely Gómez obedecen a una cuestión estratégica.

 

De hecho, lo calificó así: “Es un cambio estratégico”.

 

Con ello salió al paso el hidalguense a los cuestionamientos sobre el primer gran cambio en el equipo del presidente Enrique Peña Nieto y evitó entrar en mayores detalles: aquellos que se conversan en las sobremesas.

 

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Porque la “salida” de Murillo de la PGR –contra lo que han querido mostrar desde Los Pinos y distintas oficinas de gobierno– es vista como en el medio político como “una caída”.

 

Y no precisamente para arriba, por más que le hayan dado al ex procurador una secretaría (de bajo perfil) como obsequio de compensación y aunque Osorio Chong subraye que “hay confianza” en el que salió.

 

Ahora bien, si el cambio es “estratégico” como apunta Osorio Chong, apunta hacia varias de las versiones que circulan:

 

1.-Dado que no logró convencer de la “verdad histórica” sobre Ayotzinapa, era necesario entonces –en opinión del equipo Pinos– “refrescar” al titular para ganar tiempo y tratar de hallar alguna otra salida o, al menos, una nueva espita que permita sacar vapor al conflicto.

 

2.-Que hubo fuertes fricciones con el subsecretario de Gobernación, Luis Miranda, por la manera que estaba manejando el conflicto de los maestros en Guerrero y enredando aún más el conflicto surgido por la desaparición de los normalistas.

 

El tema de la visita a los cuarteles militares –acordada en enero por Miranda con los padres de los normalistas– habría sido uno de los puntos de mayor fricción entre ellos.

 

3.- Aunado a las versiones anteriores, suman “el estilo” de Murillo: displicente con sus compañeros de gabinete (por no decir prepotente), en el mejor de los casos.

 

Sea cual sea la razón –¿habría que sumar algo semejante a lo acontecido hace 14 años con Ignacio Morales Lechuga en Tlalixcoyan?–, lo cierto es que el funcionario más destacado por su capacidad e inteligencia en el primer año del gobierno de Peña Nieto fue uno de los primeros en caer.

 

Por una cuestión estratégica, a decir de su paisano Osorio Chong.

 

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LA ULTRADERECHA EN LA CORTE.- Para el senador Alejandro Encinas no cabe duda: el que Eduardo Medina Mora llegue a la Suprema Corte significaría llevar a un personaje de ultraderecha al máximo tribunal.

 

De hecho, todos los perredistas están en contra de que el ex procurador general de la República ocupe la vacante que dejó el ministro Sergio Valls.

 

Pero sus votos no son suficientes para impedir su aprobación en el pleno del Senado. Y en el PAN, como sabemos, están felices por esta postulación. Así que con los votos del PRI, de los blanquiazules y del Partido Verde, Medina Mora vestirá toga y birrete muy pronto.

 

El jueves se votará en el pleno del Senado su elección y lo más que tendrá que aguantar el actual embajador de México en Washington serán algunos señalamientos de Dolores Padierna y Angélica de la Peña.

 

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EN LA CRISIS DE CREDIBILIDAD.- El coordinador de los panistas en la Cámara de Diputados, Ricardo Anaya, le da la razón al Presidente de la República: Efectivamente hay una crisis de credibilidad en el país.

 

Por ello mismo, predice, el PAN será el partido que obtendrá más votos en la elección del 7 de junio.

 

Pero César Camacho, presidente del PRI, ni sufre ni se acongoja. Está más que convencido que el tricolor va bien, muy bien.

 

Por lo pronto, esta tarde, durante su sesión del Consejo Político Nacional, tomará protesta a los candidatos a diputados federales y a gobernadores que participarán en la contienda. Y de ahí pa’delante.

 

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GEMAS: Regalito de Eduardo Medina Mora durante su comparecencia en el Senado: “No soy compadre del Presidente”.

 

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