Desde que tomó posesión como dirigente nacional del PRI hace tres meses, Enrique Ochoa Reza definió un par de estrategias: posicionarse mediáticamente y conocer –y procurar que lo conozcan– a la militancia priista.

 

En ninguna de las dos le ha ido bien que digamos.

 

Para posicionarse, como bien señala el ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz, ha echado mano de “bravatas” y de “malos chistes” sobre los actores de otras fuerzas políticas, que de nada le han servido y más bien lo han puesto a las puertas del ridículo.

 

Comenzó retando a debatir al líder de Morena, puntero en las encuestas rumbo a la elección presidencial, pero Andrés Manuel López Obrador apenas si lo volteó a ver y se siguió de largo.

 

Luego, enarbolando una cruzada contra la corrupción que incluyó empujar la caída del gobernador veracruzano Javier Duarte de Ochoa, enfiló baterías contra Acción Nacional y particularmente contra su presidente, Ricardo Anaya.

 

Pero más tardó en soltar sus críticas que en recibir un obús –¿fuego amigo?– por la liquidación que recibió de la Comisión Federal de Electricidad por un millón 206 mil pesos, siendo que su separación fue voluntaria.

 

Ahí Ochoa perdió autoridad moral en su cruzada contra la corrupción, aunque parece aún no darse cuenta de ello.

 

La semana pasada, el ocupante de la oficina de Insurgentes Norte acusó a Anaya de encubrir al ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés por no haber dado aviso a las autoridades de la visita del ex mandatario a las oficinas del blanquiazul, a pesar de que sabían que el susodicho estaba bajo investigación.

 

Valgan aquí un par de comentarios:

 

-Es cierto que la dirigencia del PAN ha dado largas al tema Padrés y que bien hubieran preferido hacerse de la vista gorda (por supuesto que utilizan una doble moral). Dosificaron el asunto vía la Comisión Anticorrupción que encabeza Luis Felipe Bravo Mena.

 

Sin embargo, las razones que esgrimió Ochoa son tramposas.

 

Y a eso precisamente se refirió ayer el panista bajo el encabezado “Ante las mentiras que el presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, ha estado difundiendo en los últimos días, el Comité Ejecutivo Nacional del PAN afirma lo siguiente…”.

 

Alegan que el 27 de septiembre pasado, Guillermo Padrés compareció ante la Comisión Anticorrupción como parte del proceso que se le sigue al interior del partido; que en esa fecha aún no se tenía conocimiento de que existiera alguna orden de aprehensión vigente en contra del ex gobernador.

 

Fue hasta el jueves 29 de septiembre, le recuerdan, que se dio a conocer, a través de los medios de comunicación, que había una solicitud de la Procuraduría General de la República a un juez para librar una orden de aprehensión contra Padrés.

 

Dicho lo anterior, desde el búnker azul arremeten contra el propio dirigente del PRI por su liquidación en la CFE, le piden que regresen –él y sus colaboradores– el dinero que se llevaron “indebidamente” y exige a las autoridades una investigación judicial sobre “el fraude cometido a los mexicanos”.

 

Eso por lo que toca a sus intentos para posicionarse. En cuanto a sus encuentros y/o desencuentros con la militancia priista que encabeza, ya platicaremos más adelante.

 

 

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