Todavía ayer por la mañana en la Secretaría de Educación Pública veían con cierto optimismo la posibilidad de que en las pláticas con los jóvenes politécnicos se encontraran la sensatez (del lado gubernamental) frente a la sensatez (de los estudiantes).

 

Es decir, que los radicales quedaran marginados y evitar así que la victoria “se les vaya de las manos si cometen el error del todo o nada”.

 

Hablaban de la espera de un encuentro de posiciones: “sensatas, responsables y con planteamientos racionales” por el lado estudiantil, y un ánimo de dar satisfacción a la mayoría de la comunidad politécnica, por lo que toca a las autoridades.

 

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Emilio Chuayffet había adelantado incluso que tenía “una disposición absoluta” para que “bajo el esquema y la forma que se desee nos sentemos a platicar cómo concretar cada una de las propuestas que se solicitan”.

 

El mexiquense visualizaba un camino de varias etapas: la primera, entrar al diálogo y generar una confianza recíproca con base en garantías de cumplimiento.

 

Por lo pronto, para la entrega de la respuesta de la SEP a los estudiantes, se decía dispuesto a hacerlo él mismo si así lo solicitaban: “Yo estaré en mi oficina por si ellos lo solicitan”, subrayaba.

 

Bueno, todo esto se afinaba desde hace días y se perfilaba hasta ayer por la mañana como un escenario posible. Se preparaban para ello.

 

Sólo que el ambiente se descompondría en cuestión de horas y aquel dechado de optimismo matutino se transformaría en preocupación -de todo el gobierno, no sólo de la SEP- para la tarde-noche.

 

Ante ese nuevo escenario, la SEP -sea de mano de Chuayffet o del subsecretario de Educación Superior, Fernando Serrano- deberá entregar la respuesta del gobierno al pliego petitorio de los jóvenes del Instituto Politécnico Nacional.

 

La Asamblea General Politécnica, según habían comentado ayer por la mañana algunos de sus integrantes -antes, reiteramos, del nuevo escenario- enviaría tan sólo una comisión a Gobernación y otra a Educación a recibir la respuesta. No tenían prevista una marcha esta vez.

 

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DIFÍCIL SALIR AIROSOS.- La exigencia de los normalistas de Ayotzinapa porque aparezcan sus 43 compañeros desaparecidos y de integrantes de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (Ceteg), culminó ayer con el Palacio de Gobierno de Chilpancingo en llamas.

 

En Michoacán, más de 30 autobuses fueron tomados por normalistas para ir en apoyo de sus compañeros guerrerenses; en la Universidad Nacional Autónoma de México se inició un paro solidario de 48 horas; desde las redes sociales se convoca a marchas aquí y allá.

 

Ayotzinapa enrarece el ambiente. Quiérase que no, su sombra se extiende a nivel nacional e internacional y sobre todo en territorio estudiantil. Politécnicos incluidos.

 

Sería milagroso, de hecho, que la comunidad del Poli se mantuviera ajena a lo que sucede a sus compañeros guerrerenses y siguiera su propia ruta sin volver la mirada hacia aquellos con quienes comparte origen.

 

Ya no es sólo el tiempo lo que juega en contra de una pronta salida al conflicto.

 

Chuayffet, Miguel Osorio Chong, Jesús Murillo Karam, Monte Alejandro Rubidio, Enrique Peña Nieto -su gobierno entero- enfrentan un momento crítico del que será muy difícil salir airosos.

 

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SOBRE EL SALARIO MÍNIMO.- El secretario de Desarrollo Económico del DF, Salomón Chertorivski, comentó que esta semana se presentará en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) lainiciativa de ley para desvincular el salario mínimo de multas y sanciones.

 

La propuesta del jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, para aumentar el salario mínimo, avanza poco a poco.

 

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GEMAS: Obsequio del presidente del PRD, Carlos Navarrete: “No son momentos de estar evaluando costos políticos del gobierno de la República, del gobierno del estado de cualquier partido político”.