Los panistas no cabían de gozo. Eran ellos quienes recibían los principales honores este día en el Palacio Nacional; los que ocupaban los principales lugares en la ceremonia -primera fila y en medio- justo bajo la mirada del Presidente de la República.

 

Ahí, frente al propio Enrique Peña Nieto, reclamaban para ellos la autoría de la reforma energética, la “hazaña” de haber logrado “la mayor reforma económica en los últimos 75 años”, a decir del presidente nacional del PAN, Gustavo Madero:

 

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“Nuestro ADN está ahí; nomás que vean las iniciativas y las posiciones desde 2008”, alegaban los diputados Juan Bueno Torio y Rubén Camarillo ante el intento del líder priista, César Camacho, de reivindicar para el PRI su parte en la reforma energética.

 

Y aunque Madero obsequió durante su discurso una palmadita a las otras fuerzas políticas por esta “victoria de México”, lo cierto es que los únicos reconocimientos especiales -por nombre y apellido- durante la ceremonia serían para los legisladores panistas Francisco Cabeza de Vaca, Salvador Vega Casillas, Erick Marte y Jorge Luis Lavalle.

 

En cambio personajes como el líder de los petroleros, Carlos Romero Deschamps, o los legisladores tricolores Emilio Gamboa, Manlio Fabio Beltrones, Raúl Cervantes, David Penchyna, Marco Antonio Bernal, Javier Treviño, habrían de conformarse con ser parte de un reconocimiento general; “ahí en la bola”, como diría uno de tantos priistas que se perdió entre los asistentes.

 

Lo mismo ocurrió -pasar prácticamente desapercibidos en este día “paradigmático”- con figuras que en otros tiempos destacaron y llevaron las riendas de Pemex o de la Secretaría de Energía: Francisco Labastida, Luis Téllez Kuenzler, Jesús Reyes Heroles, Alfredo del Mazo González, José Andrés de Oteyza.

 

Otro tanto pasó con los miembros del gabinete legal y ampliado -¡hasta con el director de Pemex, Emilio Lozoya!- y con los gobernadores presentes. De hecho, más llamaron la atención los que faltaron; todos de las filas del PRD: Arturo Núñez (Tabasco), Graco Ramírez (Morelos) y el jefe de gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera.

 

Al que sí vimos fue al de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero. Pero fuera de él, nadie de las filas del sol azteca.

 

Del lado azul, en cambio, ausencia notabilísima la de Felipe Calderón (fue secretario de Energía con Fox).

 

Pero de cualquier manera la “fiesta” era azul -es decir, medio aburrida y cajonera- aunque estuviera presidida por un presidente de la República postulado por el PRI y se estuviera celebrando la promulgación de las leyes secundarias de “la reina” de las reformas: la energética.

 

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MADERO, CARSTENS Y NUÑO.- Nacido hace 75 años para enfrentarse a Lázaro Cárdenas y la nacionalización del petróleo, el Partido Acción Nacional cerraba ayer -con una “profunda” y “radical”  reforma energética, a decir de Peña Nieto- su propio ciclo.

 

Alcanzó el objetivo primordial de su existencia: derrotar al Tata.

 

¿Qué sigue ahora para el PAN? ¿Cuáles serán sus batallas? ¿Con qué saldrá a la calle? Por lo pronto, según apuntó de nueva cuenta Madero en su discurso, ir por la mejora al salario mínimo.

 

Adornó la propuesta con frases al son de “atender la agenda de la desigualdad y la inclusión social”; de “asegurar que el salario de los trabajadores alcance para que sus familias tengan un mínimo de bienestar, sin populismos, ni ocurrencias, sino con una visión de Estado comprometida con una economía de mercado y responsabilidad social”.

 

Pero más tardó Madero en reiterar su propuesta ante el micrófono que el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, en acercarse al dirigente azul e insistir en que aumentar el salario mínimo era una medida inflacionaria.

 

Madero sonrió y repuso: “No te preocupes, es sólo hasta las elecciones (de 2015)”.

 

Poco faltó para que se le cayera la quijada a Carstens ante semejante respuesta. Ya no supo qué decir.

 

Para cuando terminó el acto en el patio de honor, Madero regaló a los invitados otra postal (una de esas que sirven para hacer elucubraciones): enfiló junto con Aurelio Nuño, jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, hacia un privado del Palacio Nacional.

 

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GEMAS: Obsequio del senador panista Roberto Gil Zuarth desde su artículo en Excélsior: “Muchos seguirán rindiendo culto al ex presidente michoacano. Pero esa religión no estará sostenida sobre los cimientos del petróleo, el gas o la electricidad. Pemex y la CFE no serán más sus sacristías”.