Los Goya se sucedían al final uno tras otro. El nuevo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue Wiechers, detenía su paso ante los miembros de la Junta de Gobierno y se unía a la porra universitaria.

 

José Narro Robles, ya convertido en ex rector, hacía otro tanto; extendía los brazos a su sucesor, le apretaba fuertemente y le susurraba al oído: “Te deseo mucho éxito, sé que vas a ser un gran rector…”

 

El ambiente era festivo en el patio de la vieja Escuela de Medicina, aun cuando no pocos de los ahí presentes preferían a otros candidatos para llevar las riendas de la máxima casa de estudios para el periodo 2015-2019.

 

Pero tomada la decisión, cerraban filas. Y ahí estaban todos presentes en la sesión extraordinaria del Consejo Universitario, donde Graue recibiría la venera y rendiría protesta como rector de la UNAM:

 

Desde los ex rectores –reunidos todos por segunda vez– Pablo González Casanova (sonrisa abierta bajo la gorra), Guillermo Soberón (bastón en mano), Octavio Rivero Serrano (con dificultades para levantarse), José Sarukhán (aún fuerte), Francisco Barnés (entero) y Juan Ramón de la Fuente (cosechando una buena tanda de aplausos).

 

Hasta aquellos quienes contendieron en esta ocasión por la Rectoría, incluido el favorito, Sergio Alcocer Martínez de Castro, aun cuando pocos lo vieron o lo saludaron durante la toma de protesta del médico oftalmólogo.

 

Lo que ocurrió –y por ello muchos pensaron que Alcocer no había asistido– fue que el ex subsecretario de Relaciones Exteriores salió rápidamente del recinto apenas concluyó Graue su discurso.

 

Pero todos los demás sí que se quedaron a felicitar tanto al rector entrante como al saliente (la fila con Narro, por cierto, fue más larga).

 

Y sobre todo ¡muchísimos médicos! (es el décimo médico rector), junto con personajes como el ombudsman nacional, Luis Raúl González Pérez; el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova; el director de Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa; el director del Politécnico, Enrique Fernández Fassnacht.

 

Terminaba una era: la de Narro. Se abría otra, la de Graue.

 

Graue encaminaría sus pasos hacia la Rectoría de la UNAM. Se le unirían algunos de quienes formarán parte de su equipo: Leonardo Lomelí, secretario general; Leopoldo Silva, secretario administrativo (ratificado en el cargo); César Astudillo, secretario de Servicios a la Comunidad; Alberto Ken Oyama, secretario de Desarrollo Institucional.

 

Narro saldría junto con su gran amigo Enrique Balp –irían a comer más tarde con la familia y algunos amigos– y reiteraría a todo aquel que se le acercaba: “Se los prometo, voy a ser el mejor ex rector”.

 

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UN DISCURSO CAUTELOSO.- El primer discurso de Enrique Graue como rector fue de lo más mesurado, cauteloso. Dirigido hacia adentro, hacia la comunidad universitaria.

 

Arrancaría aseverando: La UNAM es “orgullosamente pública, laica e indeclinablemente autónoma”.

 

Frase, por cierto, muy similar a la de Narro hace ocho años. Sólo que el hoy ex rector haría hincapié en el sentido de una universidad pública (era el tema filoso de aquel tiempo), en tanto que Graue pondría énfasis en la autonomía (factor que definió su elección).

 

Si bien subrayaría: “Autonomía no significa impunidad”.

 

Hablaría de seguir mejorando la calidad de la universidad, de modernizar los planes y programas de estudios; del tema de la seguridad, sobre el que se pondrá más énfasis pero manteniendo la prudencia y la estrategia de “disuasión”; y de seguir rejuveneciendo la casa de estudios.

 

Sólo en una ocasión interrumpieron los aplausos de los asistentes el discurso: cuando agradeció a Narro su rectorado.

 

Y al final, el Goya, los Goyas orgullosos de los universitarios.

 

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GEMAS: Regalito del gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas: “Quiero decirles a todos aquellos que no son solidarios con Campeche, que nunca hablan bien de Campeche, que van a recibir toda la fuerza del partido”.