¿Qué imagen tienen ustedes de los integrantes del gabinete de Enrique Peña Nieto?

 

 

Ciertamente ya sabemos que de algunos de ellos ni siquiera sus nombres recuerdan. Pero, vamos, otros sí que tienen su estilacho.

 

 

Demos una repasadita a cómo se ven desde la barrera, hoy en día, algunos de ellos:

 

 

-El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, luce como perrucho apaleado. Ha aguantado maltratos y sinsabores, en espera de una –otra- voltereta que favorezca sus aspiraciones. Se le ubica en el casillero de los políticos-políticos, cueste lo que cueste.

 

 

Luis Videgaray Caso, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, a muy pocos cae bien. Sus propios compañeros de gabinete lo consideran soberbio y prepotente. Hacia afuera no conecta. Pasa, sin escala, a la casilla de los técnicos antipáticos.

 

 

-El secretario de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña, perdió hasta la sonrisa con el gasolinazo. Descarrilado en la ruta de 2018, hoy pasa las de Caín con la situación económica. Gracias a su buen trato y su bonhomía, se le sitúa entre los técnicos-queribles.

 

 

-Luis Enrique Miranda Nava, cabeza de la Secretaría de Desarrollo Social, de político-político tiene poco. En unas cuantas semanas -frente a diputados y senadores- se ganó el calificativo de “bocón” por insensible e intolerante. Es de los que hay que guardar para que no declare. O sea, político impresentable.

 

 

-Apuesto a que pocos conocen o recuerdan el nombre de quien está al frente de la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat). Se llama Rafael Pacchiano Alamán. Y tal cual, pasa sin pena ni gloria. Habría que ubicarlo en la zona de los técnicos inexistentes.

 

 

Pedro Joaquín Coldwell ha sorprendido a no pocos –pues su cargo es codiciado por los mexiquenses- por mantenerse tanto tiempo como titular de la Secretaría de Energía sin ser parte del equipo cercano de Peña Nieto. Su seriedad y, sobre todo, su honradez le han valido su permanencia. Pasa como político en peligro de extinción.

 

-Desde la Secretaría de Economía, Ildefonso Guajardo se la pasó en la sombra los cuatro primeros años del sexenio. Pero con la historia de la renegociación del TLCAN, el regiomontano parece haber despertado. Técnico político, comienza a dar color.

 

 

Por angas o mangas, Gerardo Ruiz Esparza es de los que peor fama tiene en el gabinete. Le persigue un tufo de corrupción y se le tiene como el hacedor de negocios del Presidente y sus amigos.

 

 

-Ingresado al gabinete a medio sexenio en la Secretaría de Educación, Aurelio Nuño Mayer primero apantalló con una fuerte campaña de medios, pero no tardó en caer y ubicarse entre los políticos apretados.

 

 

Rosario Robles Berlanga se la ha pasado escondiéndose todo el sexenio. Lo mismo en la Sedesol que ahora al frente de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, porque cada vez que intenta sacar la cabeza le llueven golpes de los perredistas. Lo más que se puede decir es que es una política agazapada.

 

 

(Y ya se nos acabó el espacio. Seguimos en otro momento.)

 

 

GEMAS. Obsequio de Miguel Ángel Mancera, a propósito de sus aspiraciones rumbo a 2018: “No tengo por qué rajarme”.