El 22 de junio pasado, en este espacio, hablamos del todavía gobernador Gabino Cué. Escribimos sobre la terrible manera de concluir su mandato: entre la derrota, los negocios y la sangre.

 

 

Fue priista. Se salió de las filas tricolores con ideas revolucionarias y por la vía convergente logró la alcaldía de la capital de su estado. Después sedujo a López Obrador, quien se convirtió en su principal promotor; pero al llegar al poder se le olvidó la lucha popular y se volvió un personaje alejado de sus gobernados.

El 5 de junio de 2016, los oaxaqueños fueron a las urnas a reprobarlo; tacharon los logos de otros partidos, para cobrársela, para recordarle por la vía del sufragio que mintió y traicionó.

Así como Miguel Ángel Yunes, Javier Corral, Carlos Joaquín y José Rosas Aispuro iniciaron auditorías a sus antecesores, todo indica que Alejandro Murat hará lo mismo con el alumno más aplicado de Diódoro Carrasco Altamirano, quien también es víctima de traición.

¿Por qué las investigaciones? ¿Acaso no leyó el diario El Financiero a mediados de mayo de 2016, que publicó que el operador de Cué amasa una fortuna de siete mil millones de pesos, construida en tan sólo cuatro años?

Un personaje que no tenía cargo público, pero que era el encargado de cabildear contrataciones gubernamentales. Se habla de 26 cuentas bancarias a nombre de Castillo Díaz o de sus muy cercanos (abiertas entre 2010 y 2014 en BBVA Bancomer, Scotiabank y HSBC).

Y por si fuera poco, todo lo anterior, dejó Cué la entidad ensangrentada, después de los hechos violentos de ese fatídico fin de semana de junio. Hábil y escurridizo, intentó aventarle todas las culpas al Gobierno federal, argumentando que el conflicto magisterial es un asunto de la administración de Peña.

Efectivamente no disparó Cué Monteagudo, pero andaba de fiesta mientras su entidad estaba en llamas; claro que no jaló el gatillo Gabino, pero mientras se suscitaba el enfrentamiento en Nochixtlán, y perdían la vida seis personas, bebía y comía el mandatario, festejando el matrimonio del secretario de Obra Pública de Guerrero, Rafael Navarrete. Claro, primero los negocios, después la tranquilidad de los “revoltosos”, “nacos” y “mugrosos”, como solía referirse a los normalistas.

En fin, la buena noticia dentro de la tragedia es que ya se fue Gabino Cué, que no pudo con el paquete; ahora que regrese todo lo que no es suyo.

Qué ironía, ganó las elecciones con una coalición denominada Unidos por la Paz y el Progreso; el chiste se cuenta solo.

Hasta ahí la columna de hace casi un año.

¿Y ya vio el video de 32 segundos que posteó en sus redes sociales, hace unas horas, el senador Benjamín Robles @BenjaminRoblesM?

La gente de Oaxaca, desde el hombre o la mujer más humilde hasta los más acaudalados, coinciden en que Gabino Cué merece juicio político.

No es venganza, no es revancha. Es justicia pura.

Ni en los peores años del PRI como gobierno -y eso ya es decir mucho-, Oaxaca había tenido un gobernador tan cínico, soberbio y voraz como Gabino Cué.

Con el paso de los meses, el Consejo Ciudadano contra la Corrupción y la Impunidad, mi propia oficina de gestión y la inmensa mayoría de los medios de comunicación hemos documentado que tanto él, como su asesor financiero y la horda de rufianes que lo secundaron robaron más dinero del imaginable.

Inclusive, nombrar la cifra de lo que se robaron da cierta vergüenza; pero lo hicieron, y a ellos no les dio vergüenza.

¿Has visto a Gabino? SE BUSCA

@GustavoRenteria

www.GustavoRenteria.mx