Una de las decisiones más importantes de la vida de Ivonne Ortega Pacheco fue decidir quién sería el candidato del PRI-Verde para sucederla. Había un acuerdo entre Rolando Zapata Bello y la alcaldesa de Mérida: uno a casa de gobierno y otro al Senado de la República.

 

Sin duda, la amiga, la cercana colaboradora, la fiel compañera y hasta la preferida es Angélica Araujo; pero la entonces gobernadora sabía que no podría arriesgar nada: venía la contienda presidencial y un error sería suicida. Optó por utilizar el método mexiquense.

 

Recordemos lo que pasó: los amigos cercanos, muy familiarizados inclusive al entonces gobernador Peña eran Ernesto Nemer y Alfredo del Mazo Maza. Claro, también tenía su corazoncito Ricardo Aguilar. La decisión fue difícil, pero a la vez práctica. Dictó cátedra a la oposición y se decidió por el más popular, el más conocido, quien garantizaba el triunfo pues; y por ello nominó al doctor Eruviel Ávila Villegas.

 

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En estos dos casos, donde la razón, las encuestas y la lógica política se sobrepusieron al corazón, se demuestra que los ex mandatarios no se equivocaron. Quizá los segundos lugares pueden ahora ser candidatos un sexenio después. Sabremos muy pronto si eso sucede.

 

Pero antes de pensar en la sucesión yucateca y mexiquense, hay una aduana a cumplir el próximo 5 de julio. Junto con las elecciones intermedias -donde escogeremos a 500 diputados federales, que acompañarán en la segunda parte de su gobierno al Presidente- se renovarán las fuerzas en aquellas entidades.

 

En el caso de Yucatán están en juego 15 diputaciones por mayoría relativa; 10 curules por representación proporcional y 106 alcaldías. En el caso del Estado de México están en juego 45 diputaciones por mayoría relativa; 30 curules por representación proporcional y 125 alcaldías.

 

El desgaste del poder quita votos; los errores los cobra el electorado el día de las votaciones y las campañas se encargarán de señalar los yerros de cada gobernador, pero algo caracteriza a Zapata y a Ávila: su disciplina.

 

Dicen que todo lo hacen by the book, no se salen del script, no experimentan en política, porque la historia se ha encargado de dictar jurisprudencia para no equivocarse. Son, insistimos, soldados fieles que saben cumplir las órdenes y siempre están atentos al grito del general. Todo paso por paso, todo como lo ordenan los cánones.

 

Por ello, a pesar de que sus malquerientes los quieran ver llorando alguna derrota, arrasarán con las elecciones. ¿Carro completo? Quizá, pero también son cuidadosos de las formas.

 

Rolando y Eruviel, lo podemos decir 11 meses antes de las elecciones, serán los ganadores de la contienda. Calladitos desde que tomaron posesión están trabajando para el primer domingo del séptimo mes del año siguiente.

 

Rolando y Eruviel entregarán buenas cuentas y además, se antoja difícil una sorpresa entre tanta división del PAN y el PRD -que por cierto lamentamos, ya que el equilibrio electoral a todos nos beneficia-. Pero, podríamos decir, los azules y amarillos se están aplicando el harakiri.

 

Rolando y Eruviel confirmarán que Ivonne Ortega y Enrique Peña no se equivocaron, porque pusieron a sus mejores hombres; aunque quizá no a sus mejores amigos.

 

 

Oaxaca.- Pobre gobernador Gabino Cué: es un rehén del SNTE. Ni siquiera de la dirigencia, lo trae loco la Sección 22. Y bueno, su carrera política pronto acabará -por fortuna-. Los que salen perdiendo de su pusilanimidad son miles de niños y jóvenes que están condenados al fracaso porque su primer mandatario le tiene miedo a un grupo de dizque maestros.