Aquel refrán popular de que al perro más flaco se le cargan las pulgas aplica ahora con todas sus letras a la marcha de la economía mexicana, después de que ayer la Reserva Federal (FED) decidió reducir el estimado de crecimiento de Estados Unidos para este año.

 
Un pronóstico cauteloso de las autoridades monetarias estadunidenses que, si bien sólo aplica el FED al corto plazo porque mantiene su confianza en un mayor dinamismo hacia 2015, afectará nuevamente las expectativas sobre el crecimiento de la economía mexicana en el corto plazo, que, por cierto, hace poco recortó el gobierno federal de 3.9% a 2.7%.
Pero vamos por partes.

 
Desde hace tiempo la economía ha mostrado una fuerte anemia, principalmente por una grave afectación del consumo interno, asunto en el que hemos venido insistiendo desde la primera mitad del año pasado. El motor del consumo está apagado por una caída en el poder adquisitivo de la población derivada de una generación de empleos de baja calidad, por un estancamiento en la inversión del sector privado y por una lenta recuperación del sector de la construcción después de la fuerte crisis por la que atravesó, principalmente en el sector de la vivienda.

 
Así, con el motor interno apagado, toda la expectativa de la recuperación económica para el segundo semestre del año ha recaído principalmente en el mayor dinamismo del mercado estadunidense, ayudado por el impulso de un mayor gasto público en infraestructura.

 
Pero el motor que jalaría la economía en este año -para lograr el 2.7% de crecimiento esperado en el PIB- sería el externo, el que proviene de la demanda estadunidense que tiene un fuerte impacto en nuestras exportaciones manufactureras.

 
Bajo esa premisa es que los economistas -del sector público y privado- se aglutinaron con expectativas de crecimiento económico para el año en un rango que va de 2.5% a 3.0%, incluyendo al pronóstico oficial de 2.7%.

 
Sin embargo, la nueva estimación de la Reserva Federal, que ayer dio a conocer, de un crecimiento para 2014 en un rango de 2.1% a 2.3% para la economía estadunidense, en lugar del rango de 2.8% a 3.0% que había estimado en marzo; mete nuevas presiones a los pronósticos sobre la ya atribulada economía mexicana y a las expectativas que ha difundido recientemente el secretario Videgaray.

 
La reducción de siete décimas de punto porcentual que aplicó el FED a su pronóstico para el año refleja cautela y una afectación mayor en la estimación para el año por un mal primer trimestre. “La actividad económica se expandirá a un ritmo moderado”, se lee en su comunicado de política monetaria, aunque “las condiciones del mercado laboral continuarán mejorando gradualmente”, dice dando la razón a los economistas del Fondo Monetario Internacional que el lunes recortaron su estimado de crecimiento para EU de 2.8% a 2.0%.

 
Es cierto que el FED sigue optimista sobre la recuperación económica de mediano plazo, por lo que mantuvo su expectativa de una economía estadunidense creciendo entre a un ritmo de entre 3.0% y 3.2% para 2015; lo que es una buena noticia para México.

 
Sin embargo, de concretarse la menor velocidad de crecimiento esperada por el FED para este año en Estados Unidos, afectará aún más a una economía mexicana que no sale de su anemia (a pesar de algunos indicadores que muestran cierta mejoría) y, claro, esto tendrá consecuencias directas sobre los bonos del gobierno federal y del secretario de Hacienda que, en los últimos 18 meses, han insistido -infructuosamente- en que la recuperación de la economía es un hecho.
¡Así que al perro más flaco se le siguen cargando las pulgas!