KABUL.- Al menos 34 personas murieron, en su mayoría civiles, y otras 58 resultaron heridas en un atentado suicida perpetrado hoy con un coche cargado de explosivos en la entrada de una sucursal bancaria en la provincia de Helmand, en el sur de Afganistán.

 

“Cuatro heridos graves murieron mientras eran operados en el hospital por lo que la cifra de decesos asciende a 34, mientras el número de heridos es 58”, indicó a Efe el director del Departamento de Salud Pública de Helmand, Mauladad Tobagar.

 

De los 58 hospitalizados, 15 están fuera de peligro y el resto permanecen graves, por lo que el número de muertos puede aumentar, detalló Tobagar.

 

“Los médicos están trabajando duro por salvar vidas”, añadió, al confirmar que también hay niños entre las víctimas.

 

La acción insurgente contra una sucursal del Banco de Kabul en Lashkargah, capital de Helmand, se produjo hacia las 12.00, hora local (07.30 GMT), y entre las víctimas hay también miembros de las fuerzas de seguridad, dijo a Efe el portavoz del gobernador provincial, Omar Zwak.
El portavoz explicó que el atacante suicida intentó aproximarse con el vehículo lo más cerca posible a la sucursal bancaria, pero al ser descubierto por los guardias de seguridad detonó los explosivos en el primer control de la entrada.

 

Un oficial de la administración local, que pidió el anonimato, concretó a Efe que en la sucursal bancaria había muchos miembros de las fuerzas de seguridad que iban a recoger sus salarios antes del fin de la festividad musulmana de Ramadán.

 

El jefe del Ejecutivo afgano, Abdulá Abdulá, condenó “el ataque terrorista contra musulmanes inocentes en el mes sagrado de Ramadán” a través de su cuenta oficial de Twitter.
Ningún grupo insurgente ha reivindicado todavía la autoría del atentado.

 

Este es el segundo ataque de relevancia contra una sucursal del Banco de Kabul en el último mes.

 

A finales de mayo varios insurgentes atacaron una oficina de este entidad en la provincia oriental de Paktia y causaron siete muertos y 31 heridos.

 

Desde el fin de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015, los insurgentes han ido ganando terreno en diversas partes de Afganistán y en la actualidad controlan, tienen influencia o se disputan con el Gobierno al menos el 43 % del territorio, según datos de Washington.

 

 

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