El caso Ayotzinapa ha demostrado la urgente necesidad que tiene el presidente Enrique Peña Nieto de contar con un grupo de asesores expertos, apuntan los observadores políticos objetivos e imparciales. Un think-tank que diseñe estrategias de crisis en materia de comunicación y que, en las ocasiones que se requiera, sea capaz de operar el denominado “control de daños”, agregan.

 

La tragedia del 26 de septiembre pasado en Iguala, Guerrero: seis muertos, un número todavía indeterminado de heridos -algunos de gravedad- y 43 estudiantes desaparecidos, desnudó con crudeza la ausencia de una política de comunicación del gobierno federal. No fue capaz de garantizar a la sociedad el derecho a la información e impedir los reiterados tropiezos y la multiplicidad inexplicable de “voceros” oficiales que convirtieron el asunto en un caos pseudo informativo.

 

Surtió efectos tan negativos la falta de comunicación oficial oportuna y confiable sobre el crimen en Guerrero, que a estas alturas ya no hay control de daños que sirva, señalan los susodichos observadores.

 

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Dura lección para un gobierno que, por lo visto, estaba tan acostumbrado a ofrecer buenas noticias -el paquete de reformas estructurales, por ejemplo-, que cuando se vio en la necesidad de dar malas noticias no supo qué hacer, intentó minimizar el caso de Iguala y reducirlo a un asunto de responsabilidad local de las autoridades guerrerenses.

 

Lo lamentable es que para el problema más grave que ha tenido el gobierno del presidente Peña Nieto -Miguel Osorio Chong reconoce- sus colaboradores no han sido capaces de diseñar una estrategia de crisis en materia de comunicación. Hay quienes piensan incluso que Osorio Chong estaba bien como gobernador de Hidalgo, pero la Secretaría de Gobernación le quedó demasiado grande. ¿Será?

 

¡Pero cómo dicen eso, muchachos!, parece responder el funcionario. “El tema de la seguridad se venía atendiendo y se viene atendiendo de una manera coordinada, muy cercana. Los índices delictivos sin lugar a dudas, y ahí están todos y cada uno de ellos, han venido bajando de manera muy importante, muy significativa, pero esto que sucedió -en Ayotzinapa- pues sin duda nos pega, pero en el gobierno estamos haciendo todo el esfuerzo para que pronto y rápido se pueda salir adelante”… ¿Cómo dijo, secretario?

 

Por cierto, un observador con buena memoria se quedó perplejo después de escuchar, una y otra vez, las confesiones públicas de Osorio Chong, quien junto con el director de los servicios de inteligencia y contrainteligencia del gobierno Federal, le advirtieron al entonces gobernador de Guerrero que vigilara muy de cerca al entonces edil de Iguala, José Luis Abarca -de quien ya se sospechaba que se dedicaba a actividades ilícitas- para que no se “les pelara”. No te preocupes, Miguel, tiene hasta doble marcaje personal, le respondió el señor Angelito. A pesar de la vigilancia se les “peló”.

 

¿Y por qué la perplejidad?, preguntan los analistas bisoños. Pues porque ese hecho -dice el observador con memoria- me hace recordar el momento cuando el presidente Ernesto Zedillo le ordenó a su secretario de Gobernación, Esteban Moctezuma, que le pidiera la renuncia a Madrazo como gobernador de Tabasco. Esteban citó a Roberto en Bucareli: Dice el jefe que por el bien del país tienes que darme tu renuncia, fírmala, manito, de una vez, le insistió Moctezuma. La respuesta de Madrazo fue la siguiente: ¡Claro! Nada más déjame regresar a mi estado, avisarle a la family, recoger mis “chivas” y con mucho gusto te la mando. Cuando Roberto llegó a su tierra, le mandó a Moctezuma una carta donde le decía cosas horribles; tan horribles que el pobrecito de Esteban tuvo que renunciar. Por supuesto que Madrazo no renunció. Es más, unos días después Zedillo tuvo que viajar a Tabasco para disculparse con él.

 

Vamos a ver cómo resuelven la crisis de Ayotzinapa.

 

AGENDA PREVIA

 

Quienes destacan como comunicadores, son los pupilos de la senadora Cristina Díaz, quienes ayer dieron la siguiente nota de ocho columnas… pero para el periódico del barrio: La Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) dio por finalizado un ciclo histórico, con un cierre simbólico, al inmueble que por más de 27 años albergó al sector popular priista, ubicado en la Fragua #3 en la colonia Tabacalera. ¡Snif!