AHay que reconocerle al presidente Enrique Peña Nieto que no haya pretendido tapar el sol con un dedo en el tema de la pobreza en que viven más de 53 millones de mexicanas y mexicanos.

 

Al respecto, dijo en su mensaje del 2 de septiembre: “No obstante que este año se invierten más de 73 mil millones de pesos en el programa Oportunidades, la proporción de mexicanos en pobreza es prácticamente la misma desde hace tres décadas. Ante esta condición, es necesario encontrar nuevas alternativas, más eficaces, contra la pobreza.”

 

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Si a esos 73 mil millones de pesos le sumamos nada más la inversión del gobierno federal de los últimos seis años en Oportunidades, el resultado supera los 420 mil millones de pesos. ¡Y toda esa lanotota para que los pobres sigan igual, por no decir que peor!, acotan los especialistas.

 

La titular de Desarrollo Social, Rosario Robles, hizo suya la preocupación del primer mandatario, y el pasado viernes, durante su comparecencia con los diputados, explicó que para tratar de revertir esa situación la dependencia a su cargo está rediseñando la política social. Por eso se decidió “aplicarle los santos oleos” al programa Oportunidades y crear Prospera.

 

Una de las novedades de Prospera es que también pretende combatir la pobreza urbana, pues no hay que olvidar que 60% de la pobreza en el país se concentra en las ciudades. Otra novedad del nuevo programa es trascender de una visión individualista a una política centrada en la participación social y comunitaria generadora de cohesión social. Y también romper con la idea del gobierno archipiélago, donde cada secretaría es una isla. Por eso se formuló una política social basada en la coordinación interinstitucional y de manera muy especial en la coordinación entre los tres niveles de gobierno, abundó la señora Robles.

 

Sin embargo, no todos se alegraron del nacimiento de Prospera. Sin llamarlo por su nombre de pila, la Arquidiócesis de México dijo que en México no se puede seguir por la ruta de la demagogia frente a un problema tan grave como la pobreza. En el editorial del semanario católico Desde la Fe, titulado “Fracaso de las Políticas Sociales”, afirma que “es una verdadera irresponsabilidad continuar maquillando la realidad con el simple cambio de nombres a los programas”.

 

Desde su análisis, “ya no podemos conceder el beneficio de la duda a un sistema que derrocha millones sin que disminuya el número de pobres en un país que debería sentir vergüenza porque la mitad de su población sufre este flagelo”.

 

¡Con la Iglesia hemos topado, Chayo!, podría exclamar El Quijote del Siglo XXI.

 

AGENDA PREVIA

 

Si siguen descalificando a cualquier gobernador, legislador y a cualquier parte del Partido Acción Nacional con sus campañitas mediáticas, no los vamos a invitar nunca a nuestras bonitas fiestas que organizamos con señoritas cariñosas, le faltó decir al senador Jorge Luis Preciado, quien advirtió al PRI-Gobierno que si los funcionarios públicos subordinados del presidente Enrique Peña Nieto siguen metiéndose con el gobernador panista de Sonora, “es la última vez en la que nosotros vamos a seguir colaborando y a seguir trabajando de manera conjunta”. ¡Uyyy, qué miedo!

 

EL SECRETARIO DE AGRICULTURA, Enrique Martínez y Martínez afirmó que el gobierno de México llevará a tribunales internacionales el tema de los aranceles que impuso Estados Unidos a la exportación de azúcar mexicana a aquel país.  Primero los cañeros mexicanos de quienes se hará una defensa firme y respetuosa, ya que por lo menos 180 mil de ellos sostienen una gran parte de la economía nacional, además de que dependen exclusivamente de su trabajo para el sostén de sus familias. Dijo con enjundia el funcionario.

 

Lo que habría que cuestionarle es ¿Por qué hasta ahora pretende intervenir en este asunto? Y es que desde hace varias semanas, el secretario Martínez “se ha hecho de la vista gorda”; es más, cuando nuestros partners comerciales anunciaron los aranceles mencionados -septiembre 5 del 2014- “escondió la cabeza”, dejándole todo el paquete al secretario de Economía, quien tiene miedo de “jalarle la cola al tigre”.