En la conmemoración del 105 Aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, el secretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos Zepeda, pidió reflexionar sobre lo que estamos dispuestos a hacer por México. Ahí, como no queriendo la cosa, dejó una “mosca en la oreja”, que a manera de pregunta podría ser: ¿Qué quiere la sociedad en su conjunto, el Legislativo y el Ejecutivo federal de las Fuerzas Armadas?

 

Empezó diciendo el general: En unos cuantos días concluirán tres años de la actual administración; “tres años que sirven de referencia para fortalecer lo bueno y desechar lo improductivo; para buscar construir sobre lo edificado, para hacer conveniente lo inconveniente, siempre en beneficio de la sociedad y del futuro nacional. Termina un ciclo e inicia otro. Es punto en el tiempo que permite reflexionar sobre nuestro porvenir como Nación. Reflexionar sobre lo que es México y sobre qué estamos dispuestos a hacer por México”.

 

El secretario reiteró la pregunta, ¿Qué estamos dispuestos a hacer por México? Y respondió: “Para quienes integramos las Fuerzas Armadas, nos queda clara la respuesta, seguir esforzándonos, día con día, en todo el país, hombro con hombro con toda la sociedad; respetando estrictamente la ley y los derechos fundamentales de las personas para coadyuvar a generar las condiciones de seguridad que merecemos. Nos queda claro que la mayoría de nuestros connacionales comparte este ideal, así lo vivimos en cada rincón del territorio nacional donde tenemos la oportunidad de hacer presencia. Por todo ello, y por México, estemos dispuestos a afrontar la violencia, la impunidad y la corrupción, y sustituirlas por educación, transparencia y justicia. Por México estemos dispuestos a desterrar la intolerancia, la difamación, la transgresión y sustituirlas por unión, armonía y respeto…”

 

En otras palabras, ¡dejó “la víbora chillando”!, comentaron los observadores políticos, quienes también reflexionan sobre lo expresado por el secretario de la Defensa.

 

Durante muchos años -podrían ser los que han transcurrido a partir del sexenio de Miguel Alemán Valdés (1946-1952); es decir, 69 años- las Fuerzas Armadas perfeccionaron un complejo y efectivo sistema de no-comunicación entre los altos mandos castrenses y la sociedad civil, de manera que del seno del Ejército y de la Marina Armada no surgía ninguna señal mínimamente relevante que llenara el vacío de información, señalan aquéllos.

 

Hoy, para sorpresa de la sociedad, de la clase política y sobre todo de los medios y comunicadores, el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, dejó de tener como interlocutor único al Presidente de la República y habla para dirigirse a la sociedad en su conjunto. El tema central de las declaraciones de Cienfuegos ha sido la presencia permanente de soldados en las calles de extensas zonas del país, para librar lo que el ex presidente Felipe Calderón llamó “la guerra contra el narcotráfico”.

 

Desprovistas de un marco legal que dé sustento a sus responsabilidades en esa guerra, las Fuerzas Armadas parecen haber llegado al límite de su paciencia y han comenzado a expresar -en voz del secretario de la Defensa- sus opiniones y sus posiciones, así como sus críticas a la precaria y frágil situación en que las han colocado.

 

No resulta exagerado afirmar, apuntan los mismos observadores, que la guerra antinarco tiene a los soldados entre la espada de su disciplina y la pared de su hartazgo. El general Cienfuegos ha hablado fuerte y claro cuando abrió las compuertas castrenses para dirigirse a la sociedad, en un ejercicio de comunicación sin antecedentes, pero nada garantiza que prosiga ese ejercicio si las Fuerzas Armadas no crean un sistema permanente y eficiente de comunicación social que haga fluir la información.

 

Al mismo tiempo, nada garantiza que las cosas cambien para bien si los Poderes federales, Ejecutivo y Legislativo, no dotan al Ejército y a la Marina del marco legal tan necesario para que los soldados dejen de realizar labores policiacas, abandonen las calles y regresen a sus cuarteles.

 

¡O sea…!