La duda que existía de que Luis Videgaray sigue siendo el encargado de dictar la política financiera, económica, comercial, social y ahora diplomática de este país, y de mangonear a todos los funcionarios públicos que alguna vez fueron sus “fichas políticas” para conseguir la candidatura presidencial en 2018, quedó despejada con el premio que le otorgaron la semana pasada.

 

 

Lo que hay que reconocerle al nuevo canciller –más allá de su falsa humildad– es que fue el único que intuyó tres meses antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos que Donald Trump ganaría, motivo por el cual –pasando por la entonces inexistente canciller Claudia Ruiz Massieu– lo invitó a México para que dialogara con el presidente Enrique Peña Nieto, lo que, según los analistas bisoños, le costó la chamba como titular de las finanzas. ¿Podríamos decir entonces que desde septiembre pasado todo estaba fríamente calculado? Preguntan los analistas políticos y financieros bisoños. ¡Pues claro!, exclaman los perplejos.

 

 

Cuando a principios de septiembre del año pasado el presidente Enrique Peña Nieto se vio en la penosa necesidad de enviar temporalmente a su casa, no la de Malinalco sino a la de Los Pinos, a Luis Videgaray, comentamos en este espacio que había enviado una importante señal, cifrada, pero al final señal: “Quizá hoy no se terminen de entender, pero estoy seguro que llegará el momento en que se comprenda el porqué de la decisión tomada”, dijo Peña Nieto después de hacer los cambios en su gabinete, a modo de explicación.

 
Pasaron las elecciones de Estados Unidos, se confirmaron los pronósticos de Videgaray y ese mismo día “amarró el hueso” que hoy tiene.

 

 

Al puro estilo de Leonardo DiCaprio, se escondió en la panza de un caballo, se dejó crecer la barba, cambió su imagen… y renació. Menguado políticamente porque, según los observadores, el presidente Peña Nieto optó desde el año pasado por sacrificar a su caballo favorito para el “derbi” sucesorio; desprestigiado ante la opinión pública y la sociedad entera a quienes engañó –Videgaray– con sus falsas expectativas de crecimiento económico, de prosperidad, de bienestar para las familias y muchas otras mentiras.

 

 

“El renacido” Videgaray nos defenderá del “loco pata suelta” de la extrema derecha estadunidense, que el próximo 20 de enero tomará posesión como Presidente de los Estados Unidos, y que ya empezó a dar muestras de por dónde “mascará la iguana”.

 

 

¿Es el nuevo secretario de Relaciones Exteriores quien, de entrada, reconoció que llega a la cancillería a aprender, porque de diplomacia no sabe nada, el indicado para tan importante tarea? ¡Pues no!, responden a coro los funcionarios de carrera, los especialistas y los observadores. Pero es el elegido.

 

 

Por otro lado, desde la cancillería, Videgaray seguirá moviendo sus “fichas políticas”, aunque no para conseguir la candidatura presidencial en 2018, sino para sugerir, recomendar, imponer a alguno de los “caballos” de su cuadra, que si bien es cierto cada día están más flacos, cree que los puede “engordar” este año. Por cierto, hablando de caballos y jamelgos, en los establos políticos se comenta que el secretario de Turismo, Enrique de la Madrid Cordero, estaba a punto de renunciar el año pasado, pero cuando se enteró que Luis iba a regresar al gabinete, reculó, con la esperanza de participar en el “derbi” sucesorio.