Tiene razón el secretario de Hacienda cuando afirma que él nunca dijo que el Fondo Petrolero –creado con la reforma energética– generaría beneficios inmediatos ni de corto plazo. Que los analistas bisoños y la población se hayan hecho ilusiones de que los recursos depositados en dicho fondo beneficiarían a las familias es otra cosa, quiso decir.

 

“No es un instrumento que se haya pensado para resolver problemas financieros del país en el corto plazo. Quien tenga esa visión es que no ha entendido de lo que se trata al establecer el Fondo Mexicano del Petróleo”, aclaró Videgaray hace un par de días. Bisoños ilusos, pues.

 

Lo que sí podría reclamarle la sociedad al secretario es por qué nos vendió falsas expectativas antes, durante y después de que se aprobara la reforma energética y se creara el Fondo Petrolero; por qué nos dijo que con la lana del Fondo se protegerían las finanzas públicas, que cualquier contingencia financiera “nos pelaría los dientes”, que no nos íbamos a “tropezar con la misma piedra” de 1982, que todo sería felicidad porque ahora los recursos petroleros iban a ser bien administrados por el Banco de México.

 

Hace dos años, el secretario de Hacienda se expresaba ante banqueros, inversionistas, empresarios… de la siguiente manera: “Por primera vez, y esto es una obligación constitucional, los ingresos incrementales que tenga el sector público mexicano a partir de la reforma energética tendrán que destinarse a un fondo de ahorro, que no es menor ni será pequeño. La Constitución mandata que por lo menos tiene que haber ahí un ahorro equivalente a tres puntos porcentuales del PIB, y esto sin duda nos dará una protección a las finanzas públicas como nunca la ha tenido México”.

 

Y “se fue de la lengua”  Videgaray: “Para ponerlo en perspectiva, déjenme hacerles una comparación cuantitativa: Si México hubiera tenido ese monto como ahorro público en 1994, en 1996 hubiera hecho innecesaria la línea de emergencia que nos dio el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. De ese tamaño significa tener un ahorro de tres puntos del PIB para cuando se presente una contingencia. Si hubiéramos tenido ese ahorro, no hubiéramos tenido una crisis como la de 1994…”, agregaba el secretario.

 

Bueno, si hubiéramos administrado los abundantes recursos en el sexenio de López Portillo, si los excedentes petroleros –que también sumaron miles de millones de dólares en la administración de Vicente Fox– no los hubieran malgastado tanto el gobierno federal como los estatales de todos los colores; si Salinas no se hubiera “clavado” toda la partida secreta (Luis Téllez dixit)… en fin, si toda esa lana se hubiera invertido en miles de proyectos, este país sería otro, le respondieron los analistas a Videgaray en 2014, cuando andaba vendiendo los beneficios de la reforma energética y del Fondo Petrolero.

 

La futura edad de oro del petróleo que disfrutaremos los mexicanos, de acuerdo con las promesas de los neopriistas del siglo XXI, traerá consigo la segunda oportunidad para “administrar la abundancia”, después del estrepitoso fracaso de José López Portillo, autor de esa inolvidable frase, dijeron en su momento los observadores políticos.

 

“¿Y para qué recordar la desafortunada frase?”, preguntaba un desmemoriado. “Nada más para tenerla presente”,  y para que no volvamos a tropezar con la misma piedra”, que significaría terminar este sexenio pidiendo perdón a los pobres, como lo hizo, bañado en lágrimas, López Portillo en 1982, respondía un observador.

 

¡Que la lengua se le haga chicharrón a ese observador!, gritan miles de neopriistas que no saben ni quién fue JLP.

 

¡Y dicho y hecho, nos volvimos a tropezar!

 

Agenda Previa

 

En Chihuahua, el precandidato del PRI a la gubernatura del estado para las elecciones del próximo 5 de junio, Enrique Serrano Escobar, aseguró que la gente está cansada de los problemas políticos, por lo que su precampaña y hasta la siguiente etapa del proceso electoral, si la convención de delegados así lo determina, estará basada en propuestas y no en ataques a los adversarios políticos. ¡Venga!