Tema que va mucho más allá del futbol o de la mera preparación técnica: acaso evidencia de que el continente africano, antes de exigir que el mundo le conceda mayor confianza, no siempre empieza por confiar en sí mismo, en el talento de su gente, en las posibilidades de su propia población.

 

El siguiente dato ilustra el párrafo anterior: si consideramos las 32 Selecciones participantes en las últimas dos ediciones de la Copa África, apenas siete fueron dirigidas por individuos nacidos en el país en cuestión. Es decir, que una suerte de colonialismo (o auto-discriminación, como le queramos llamar) continúa mostrándose de esa forma.

 

Traigo ese dato a colación porque en la ronda final de la eliminatoria africana que culminará esta semana, ya se experimentó un cambio notorio en ese sentido: la mitad de los veinte equipos comenzaron con liderazgo nacional y nos encaminamos por primera vez a una Copa del Mundo en la que serán mayoría los DTs nativos.

 

Ya están adentro Nigeria, con el entrenador local Salisu Yusuf, y Egipto, de la mano del argentino Héctor Cúper. Túnez tiene todo para meterse y si lo consuma será guiado por el ex mediocampista de esta selección, Nabil Maaloul. Costa de Marfil y Marruecos disputarán otra plaza, los dos comandados por un europeo. Senegal tiende a completar el cuadro entrenado por Aliou Cissé, su capitán en el único Mundial al que acudió, Corea-Japón 2002.

 

Es decir, que a menos que alguna de estas federaciones caiga en pánico de último momento (así llegaron Bora Milutinovic a Nigeria para 1998 o Sven Goran Eriksson a Costa de Marfil para 2010), un camino diferente se marcará desde las selecciones africanas en Rusia 2018.

 

¿Esto dice demasiado? Podemos modularlo al recordar que cuatro de seis seleccionadores que abrieron el Hexagonal final de Concacaf eran extranjeros, tres de ellos colombianos.

 

Sin embargo, con África no parece un tema casual: el apego para altos cargos corporativos en quien llega de fuera, los montos destinados a contratar asesorías extranjeras, la confianza que la población no suele recibir ni experimentar, la cualificación en todo rubro que no siempre es idónea a escala nacional.

 

Los seleccionadores importados son los menos culpables, pero no es casual que buena parte de ellos proceda de las naciones a las que el país perteneció como colonia más de medio siglo atrás. Tiene que ver el vínculo lingüístico, aunque más ciertas tenazas que se mantienen: buscar en la antigua metrópoli las soluciones para la tierra que no termina por triunfar desde su independencia.

 

Twitter/albertolati

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