Aunque el presidente Enrique Peña Nieto y el PRI se esfuerzan por mantenerlo con vida artificial, el Pacto por México se encuentra en estado de coma y no es seguro que esa mesa de acuerdos recupere sus funciones vitales. Formalmente en suspenso desde junio, cuando los dirigentes de la oposición acordaron, ante la guerra electoral desatada en ese momento, no volver a sentarse en la mesa hasta que el gobierno diera muestras de atender las denuncias por uso electoral de recursos y programas públicos de gobernadores priistas, el Pacto se ha debilitado y su restablecimiento es dudoso.

 

Los esfuerzos del secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, por hacer volver a la mesa a los líderes partidistas, especialmente a los de la oposición, fueron en vano. Por más que el inquilino de Bucareli se esforzó en dar respiración y terapia RSP al Pacto, tras los comicios del 7 de julio, los intentos fueron en vano. Hoy las posiciones partidistas encontradas, producto de dos reformas que polarizan: la energética y la política, han encarecido los costos de recuperación del Pacto por México y dificultan su reinstalación.

 

En ausencia del mecanismo de negociación entre el gobierno y los líderes partidistas, han recobrado fuerza las bancadas del Congreso, donde se discuten actualmente tiempos, estrategias y posibles acuerdos para las reformas pendientes y los periodos extraordinarios. Los coordinadores parlamentarios recuperan protagonismo y son los que dictan la agenda que vuelve a estar completamente en manos de las dos Cámaras del Congreso.

 

Las condiciones que pusieron Gustavo Madero y Jesús Zambrano para retomar el diálogo en el Pacto por México, discutir primero la reforma política y después la reforma fiscal, no fueron aceptadas por el PRI. Ni los priistas ni su dirigente, César Camacho, quisieron cambiar sus posiciones de rechazo a temas “espinosos” para ellos en materia política como la reelección, la segunda vuelta electoral o incluso la creación de un IFE nacional, tres temas que exige la oposición en sus planteamientos de cambio al sistema político-electoral.

 

Para el PRI, las exigencias de la oposición fueron tomadas como un chantaje y junto con Camacho, figuras como Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa prefirieron buscar acuerdos vía las cámaras legislativas antes que ceder a las pretensiones de PAN y PRD por anticipar la reforma política a la energética. Ahora, el escenario que se ve más viable es que la propuesta para cambiar a Pemex surja de las negociaciones que se realizarán en el Senado, como cámara de origen, a partir de la propuesta del PAN, que hoy se presenta, y de la que dará a conocer detalles el gobierno de Peña Nieto en los próximos días.

 

Es decir que es muy probable que ya no se requiera de la reinstalación del Pacto por México para que se discuta la reforma energética, que podría más bien ser resultado de una alianza PRI-PAN en el Senado primero y luego llevada a la Cámara de Diputados, en la que muy posiblemente quedarían fuera las posiciones del PRD.

 

De ocurrir eso, se estaría confirmando la agonía del Pacto y las otras reformas pendientes: la fiscal y la política, tendrían que buscar nuevos esquemas de negociación que apuntarían también a una mayoría vía la alianza entre el gobierno y los panistas.

 

NOTAS INDISCRETAS…En medio del vergonzoso espectáculo público que han dado en los últimos meses, la reunión de anoche entre la dirigencia y los senadores del PAN parecía el primer acto responsable y civilizado de los confrontados panistas. En la misma mesa Gustavo Madero y Ernesto Cordero buscaban acuerdos para poner fin a la reyerta de poder que han protagonizado sus grupos. El ambiente, decían al cierre de esta columna, era tranquilo aunque nadie aseguraba aún que habrá un arreglo duradero. Veremos… Se lanzan los dados. Escalera doble.