El español crece en los medios estadunidenses; ¿reconquista lingüística? y ¿hasta qué punto la lengua es un elemento definitorio de la identidad?

 

El español de todos. Comenta el amigo M. Á. Bastenier que “si existe alguna posibilidad de reconquista lingüística en EU, ha de ser a través de los medios de comunicación”. Ejemplos: Internet, emails, WhatsApp, Instragram, TV abierta o ejemplos como Netflix; leer libros, diarios, revistas, etcétera. Mire usted estimado lector (a), las estadísticas/cifras son contundentes, en 2050 –y creo que se equivocan y habrá más gente que lea y hable el español o ame el bilingüismo— 29/30% de la población del vecino país del Norte, de acuerdo con su crecimiento demográfico de origen hispánico/latino, de la que un 62% tendrá sus raíces en México, y entre los jóvenes la proporción va en camino de ser mucho mayor.

 

La cantante puertorriqueña Jennifer López no balbucea el español.

 

 

El célebre historiador Samuel Huntington, caracterizaba esa invasión laboral como “el reto principal a los tradicionales valores e identidad culturales del mundo anglosajón protestante; tema que odia Donald Trump o luego ¿cambia el discurso? Me refiero a los celebérrimos wasp. Y sobre esa base hay quien habla de la reconquista por la cultura no sólo de dos millones de kilómetros cuadrados que Estados Unidos arrebató Texas, California, Nevada, Colorado, Arizona y Nuevo México. Además de que por otro lado, también perdimos posesiones que llegaban hasta Panamá.

 

El cantante Ricky Martin si presume de hablar un correcto castellano.

 

 

Pero si hablamos de esa reconquista por la cultura, como lo muestra el bilingüismo de Nueva York (aunque la mayoría son puertorriqueños, ya los mexicanos aumentaron a 500 mil), colonizada en una especie de devolución de visita –como lo señalé antes– por los puertorriqueños. Una supuesta revancha contra la doctrina Monroe (1823). Sin embargo, la aritmética no siempre explica bien las cosas o que le pregunten al genio Stephen Hawking.

 

Samuel Huntington, historiador latinófobo (qepd), aceptaba que el español se hablaría mucho más en los Estados Unidos.

 

 

Yo preguntaría ¿hasta qué punto la lengua es un elemento definitorio de la identidad? O, en otros términos; ¿es imprescindible hablar castellano/español para continuar siendo latino? Una Jennifer podrá apellidarse López, pero su elocuencia en el idioma no llega ni a limitada, mientras que Ricky Martin, puertorriqueño, confiesa con absoluta convicción que su lengua es el castellano.

 

Villarraigosa, estadunidense de ascendencia mexicana, habla español con acento.

 

 

¡Bien! Estados Unidos no es el rouleau-compresseur lingüístico que ha sido –actualmente, muy poco–  siempre Francia, pero inevitablemente el dominio del idioma, política, social y económicamente prioritario, es imprescindible para abrirse el paso en aquel país.

 

La consecuencia de ello es que no hay ninguna garantía de que en la tercera generación el hispano hable algo que razonablemente pueda considerarse español y no me refiero a la lengua peninsular, sino a una idea común de lo que pertenece o no al acervo de la lengua. Observe o mire: la jeda de prensa de un alcalde de Los Ángeles, ambos de origen mexicano, tenían una idea inexacta de cómo debería pronunciarse el apellido del munícipe, en atención al número de erres que contenía (me refiero a Villarraigosa).

 

Y quien no habla algo reconocible como español ha abandonado (como muchos compatriotas lo hicieron tres o cuatro generación atrás; o hoy mismo, porque les da pena ¡o pierden el trabajo!) para siempre su alma máter (lo que no es malo ni bueno) para convertirse en otra cosa. La reconquista no es igual con uno u otro idioma por delante, en una tierra donde es cierto que antes se habló con igual o mayor derecho, sioux, apache o comanche. Las lenguas pierden o ganan guerras y el resultado de la que nos ocupa “es cuando menos incierto”.

 

Muchos estadunidenses que hablan tanto inglés como español, leen ya El Quijote.

 

 

Pero mayores son las posibilidades de que el español se aclimate y aunque cambie no deje por ello de ser español y no spanglish, horrorosa operación de destrucción de la lengua, que abandera un profesor de origen mexicano que hizo traducir El Quijote y auspicia la publicación de novelas en esa neo-jerigonza.

 

¿Donald Trump aprenderá español o continuará con sus exabruptos?

 

 

 

Y en Miami y su hinterland, así como en áreas de California, se dan ya esas circunstancias de peso político que pueden dar una vida sin demasiados agobios al español. Una bella mesera anglo-sajona en San Antonio (Texas) y un taxista italiano en Miami, me dijeron que tenían que aprender español “para progresar en la vida”. Y los nuevos medios son parte de la respuesta: El Nuevo Herald (tip para mi amigo el comunicólogo Juan Ruiz-Healy, que vive entre San Antonio, Nueva York y México) es un más apreciable diario de Florida en Español, y existen diarios en nuestra lengua en zonas de Estados Unidos, donde domina la emigración latina (principalmente mexicana), aunque es en el medio audiovisual, radio y televisión (Univisión y Telemundo), donde parece que la propagación es mayor y más rápida, y cuyo mejor exponente es Univisión, “hermanito” de Televisa, siempre en Florida, tierra colonizada por cubanos que no albergan dudas sobre cuál es su lengua de procedencia.

 

Sin olvidar Texas, California, Arizona, Nuevo México, Chicago y Nueva York, donde los mexicanos se multiplican geométricamente. Por último, en este delicado y bello tema, bueno es que el periodismo en español de EU aprenda todo lo imaginable del vecino periodismo anglófono, posiblemente el mejor del orbe, ¡pero sin olvidar que el spanglish no es una vereda/atajo sino “el país de irás y no volverás!”. Y hasta la próxima; ¡abur!