Abraham Levy zarpa a partir de este domingo del Puerto Deportivo de Mazagón en Palos, justo del lugar donde partió Cristóbal Colón, solo que el mexicano hará su travesía en solitario e impulsado por si mismo en un bote de remo.

 

El objetivo es cruzar el océano Atlántico, unos nueve mil kilómetros hasta llegar a las costas del caribe mexicano, específicamente a Cancún, en un tiempo estimado de 150 días.

 

Para semejante viaje se necesita una preparación rigurosa, para que el atleta lleve al máximo de su capacidad tanto física como psicología al cuerpo.

 

Aunque no es la primera vez que emprende un desafío como este, en 2008 recorrió a bordo de un kayak las costas mexicanas, unas seis mil 800 millas náuticas.

 

Las horas de entrenamiento no se ciñen solo a lo físico, también la mente es un factor importante en este tipo de retos.

 

“Para ejercitar mi mente y reforzar mi determinación y coraje me visualizo en medio de la mar completamente solo”, dice Levy.

 

Comer lo de una familia

 

Sin un lugar para abastecerse, la comida acompaña a Levy desde que zarpa, 700 kilos de comida: huevo, tocino, pasta, salmón, papas, verduras y por supuesto postres  son parte de los víveres.

 

El requerimiento calórico de Abraham es equivalente a siete mil kilocalorías, lo que necesita una familia promedio para vivir.

 

La planeación alimenticia corre a cargo de la nutrióloga Celia Peniche, que forma parte de todo un equipo que en tierra ayuda a Levy, entre especialistas en entrenamiento de resistencia, médicos de supervisión y emergencia, además de técnicos en comunicación.

 

La Niña, La Pinta y… Cascarita

 

El bote de remo oceánico (BRO) de nombre Cascarita es el vehículo donde Levy vivirá durante 150 días,  diseñado para ser no sólo un kayak sino dormitorio y comedor, equipado con la más alta tecnología de navegación, comunicación y seguridad.

 

Entre el equipo que llevará en el Cascarita para sobrevivir está un teléfono satelital, que puede comunicarse desde cualquier parte del mundo, claro, siempre y cuando tenga batería y vista directa a cielo abierto. Además un GPS, y un radio VHF con el que se podrá comunicar con embarcaciones, si es que los encuentra en su camino.

 

“Si las cosas se pusieran rudas, todo debe funcionar correctamente y en medio del océano el “ya no sirve” o “se me cayó” no son una opción así que llevo al menos dos de cada aparato”: Levy.