Aunque es considerado un mal hábito e incluso de mala educación, mascar chicle por intervalos de 15 minutos trae consigo beneficios para la salud bucal; en exceso puede causar problemas en otras partes del sistema digestivo.

 

La goma de mascar no sólo protege los dientes contra la caries, además, el proceso de masticación aumenta la producción de saliva, la cual contiene inmunoglobulina, que al funcionar como un antibiótico controla el desarrollo de bacterias en la cavidad bucal.

 

“El chicle reduce la posibilidad de tener caries por la gran cantidad de saliva. Incluso hay algunos que tienen iones de sodio y ayudan a que se remineralice el diente. Entonces, si el paciente tenía una caries muy superficial puede curarse”, aseguró Armando Dorantes Corral, profesor-investigador y ex presidente de la comisión científica de la Asociación Dental Mexicana.

 

Recordó que anteriormente la goma de mascar no se recomendaba porque los chicles tenían edulcorantes con mucha azúcar, lo que provocaba un aumento de bacterias que se alimentaban del azúcar acumulada en la boca.

 

“Ahora ya no tienen azúcar y otros saborizantes artificiales, no dañan el diente y cambiaron el mito de la caries”, comentó el odontólogo.

 

Esta costumbre no es nueva. Ya en la época prehispánica los indígenas lo hacían tomando el chicle de la corteza del árbol del chicozapote, práctica que continuó hasta mediados del siglo XX, cuando comenzó a fabricarse con polímeros y saborizantes artificiales para proteger los dientes.

 

Su aparición formal fue en 1869, cuando Antonio López de Santa Ana no sólo cedió la tercera parte del territorio nacional, también entregó a Thomas Adams la resina del árbol para fabricar llantas o juguetes.

 

Los experimentos del empresario estadunidense no funcionaron, sin embargo al observar al presidente mexicano mascar la goma decidió ponerle sabor para comercializarla en Estados Unidos y después en todo el mundo.

 

Con el paso de los años y al incorporar tecnología en su fabricación, las nuevas fórmulas ahora ayudan por ejemplo a tener una limpieza bucal de emergencia, cuando no hay tiempo de lavarse los dientes. “El sustituto más simple de un cepillo de dientes es un chicle, aunque no como medida definitiva”.

 

Además ayuda con la digestión después de comer, ya que agilizan las sustancias que activan la digestión y el sentimiento de pesadez es menor. “Pero no es recomendable comer chicle sin haber tomado alimentos, ya que activa el ácido clorhídrico y provoca gastritis”, señaló.

 

El último beneficio es eliminar la halitosis, o el mal aliento. La producción de saliva reduce el mal olor y humecta las mucosas de la boca, mientras que los sabores artificiales refrescan el aliento.

 

Sin embargo, Dorantes Corral reconoció que mascar chicle con exceso puede causar problemas en otras partes del cuerpo, especialmente el sistema digestivo. “Como todo, si masticas chicle todo el día puede haber hipertrofia muscular en los músculos de la cara, así como gastritis severa”.

 

La recomendación, dijo, es masticar el mismo chicle por 15 minutos, descansar y después volver a mascarlo.

 

Cuesta más quitarlo de las calles

8 pesos, el costo de retirar un chicle de una banqueta, con una espátula o una maquina que lanza agua caliente y químicos a presión sobre la calle

0.50 centavos vale una pastilla confitada

50 mil bacterias tiene un chicle pegado en la vía pública

5 años tarda en secarse para poder despegarlo

Hasta 70 chicles por metro cuadrado hay en las calles del Centro Histórico del DF

 

Los chicles en México

2.5 pastillas mastican los mexicanos, en promedio, cada día

1.5 kilos, el consumo per cápita al año

92 mil 300 toneladas se venden en el mercado nacional

7 mil 500 mdp al año, las ganancias para la industria

92% de los chicles se producen en México

De 100 chicles que se venden 66 son Adams, 9 son Orbit y Wrigley, 8 de Canels, y 17 de otras marcas