¿La carrera de su vida?

 

Respeto mucho a los que saben y entienden a profundidad el deporte motor, que es uno de los más complejos que existen. Es de los pocos que requieren haber estado ahí de alguna u otra manera para lograr comprender todos sus componentes que van más allá de la destreza, agresividad o inteligencia de quien maneja, que en efecto es la gran estrella del equipo. Resulta, quizá, el deporte que más coordinación necesita; basta que uno falle para echar por la borda el trabajo de los demás: un ingeniero, un mecánico, etcétera. Por eso insisto en el respeto que se le debe brindar a una actividad de tan alto riesgo.

 

Infortunadamente son los menos. Me atrevo a establecer que por debajo de 5% de los asistentes al autódromo logran comprender en su totalidad cada uno de los aspectos de la carrera, y ahora leo y escucho tanta sabiduría en el tema que me provoca escribir estas líneas.

 

Entre esta “abundante” ola de conocimiento, se levanta la petición de una gran actuación de Sergio Pérez, algo muy cercano a la escalada al podio por el simple hecho de estar en su tierra, que no es lo mismo que su autódromo, primera gran diferencia.

 

Correr en tu país no te hace mejor o peor piloto. Correr bajo el cobijo de los miles de aficionados no te ayuda a que el auto sea más rápido, no te vuelve más intrépido ni te provoca salirte de lo que previamente planeas de acuerdo a tus posibilidades. Claro está que competir en tu país genera sensaciones distintas, pero en este caso específico no te hace mejor ni te ofrece ventaja alguna.

 

Querer ver a Sergio Pérez en el podio constituye una gran ilusión de todos los mexicanos, sin duda que lo es, pero habrá que bajar las revoluciones de las ansiedades que permean en el ambiente.

 

Y no establezco que sea remota la posibilidad, no, y menos conociendo la clase de piloto que es y lo que ha demostrado en estos años. Es simple y sencillamente poner las expectativas en su lugar. No es ni será la carrera más importante de su vida; una muy especial, sí, pero una victoria bajo sus condiciones se aquilata de igual forma en el escenario que sea. Hay una carga emocional, sólo eso.

 

No es un “ahora o nunca”, tampoco “la carrera de su vida” o frases que tengan que ver con desbordadas cantidades de emociones. Insisto, es un suceso especial, sólo eso, y si viene un podio o una victoria, entonces sí que tendrá un lugar de privilegio en su memoria y en la nuestra, pero estaríamos hablando a toro pasado y como un hecho consumado, no de una obligación previa como muchos la quieren vender.

 

Nos queda aplaudir, reconocer y gozar la posibilidad de verlo rodar en México, igual que Esteban Gutiérrez, de quien se espera menos por sobradas razones. Son dos mexicanos corriendo ante su gente, esperando apoyo incondicional, como debe ser.