Más allá de lo previsible o no que pudo resultar la goleada del Real Madrid sobre Cruz Azul en el Mundial de Clubes y sin importar que a La Máquina le quede pendiente disputar el tercer lugar del certamen el próximo sábado, el cuadro cementero debe estar preocupado y ocupado por los resultados del último semestre, en el que ni siquiera alcanzaron la Liguilla y tuvieron la cabeza en el torneo de Marruecos mucho más tiempo del que tardaron en salir arrollados por el cuadro merengue, ahora qué viene para Cruz Azul.

 

Luis Fernando Tena cumplió un año dirigiendo en La Máquina y no ha pasado nada. Por el contrario. Su rendimiento vino a menos. Arrancó el Clausura 2014 a todo vapor, en pleno dominio del futbol mexicano, terminando como superlíder el certamen con un cuadro goleador, muy ordenado en defensiva, campeón de la Concachampions para jugar el Mundial de Clubes en el que se encuentra, pero eliminado en los cuartos de final, acumulando seis meses más a la ya maltratada racha celeste, sin ser campeón.

 

Los seis meses siguientes fueron una pesadilla cementera. Terminaron en el lugar 13 general, muy lejos de los puestos de Liguilla, con más juegos perdidos que ganados, agarrados de la goleada de 4-0 sobre el América para fortalecer una campaña que culminaría con un Mundial de Clubes donde el sueño mayor era enfrentar al Real Madrid, que ya los goleó, y ahora están a la espera de disputar la tercera posición.

 

A pesar de lo anterior todo hace indicar que Luis Fernando Tena se mantendrá en el banquillo. ¿Y los refuerzos? Ya se habla de Alemao, un delantero con un gol en todo el año anterior y quien proviene del Chapecoense AF de una de las divisiones inferiores del futbol brasileño. Suena el nombre de Roque Santa Cruz, paraguayo que sería uno de esos bombazos que hace tiempo falta a La Máquina… pero que viene en la etapa final de su carrera.

 

¿Y Marco Fabián? Todo indica que regresará a Chivas, por lo que será en el mercado extranjero donde Cruz Azul busque gente que resuelva las bajas del zaguero Amaranto Perea. Un futuro nada halagüeño.