Creo que ha llegado el momento de pasar a la acción. No podemos seguir cruzados de brazos mientras ese señor que gobierna Estados Unidos nos ningunea a todos. No sólo a los mexicanos a los que ha tomado como víctimas de sus propias frustraciones, sino también al resto del mundo.

 
No había llegado a ser Presidente cuando se enemistó con mundo y medio. Comenzó la animadversión contra nosotros, contra los mexicanos; pero también lo hizo contra la OTAN, contra Angela Merkel y contra varios países europeos.

 
Incluso, fue tan osado que hasta se enemistó con China, que es su principal acreedor. Eso es como pegarse un tiro en el pie. Es igual que si usted, querido lector, tiene un casero al que no le paga y, además, se le pone al brinco. Y es que la osadía y la estupidez son como la gripa, que se propaga con mucha facilidad. Eso es lo que le pasa a este señor.

 
Pero algo se mueve en el ambiente para “resistir” las embestidas de este astifino cegado por su egolatría e ignorancia. Las manifestaciones y marchas se prodigan por muchos rincones de Estados Unidos. El último decreto de no dejar pasar a inmigrantes de muchos países musulmanes ya ha tenido su respuesta. Un juez federal bloqueó la deportación de detenidos en aeropuertos estadunidenses bajo la orden ejecutiva del señor que gobierna Estados Unidos de vetar la entrada de musulmanes y refugiados. Los aeropuertos norteamericanos se convirtieron esta semana en un hervidero de manifestaciones protestando por la decisión del señor que gobierna la Unión Americana.

 
Los taxistas, meseros y otros trabajadores de origen musulmán han suspendido sus actividades en Nueva York y otras ciudades para sumarse a la protesta de este decreto aberrante y xenófobo que no hace más que retratar al personaje.

 
Esas protestas en contra de la orden de no dejar entrar a ciudadanos “sospechosos” –¿sospechosos de qué? Aquí el único sospechoso es ese señor que gobierna en Estados Unidos– también se han extendido al dichoso muro que intenta levantar, cuando hoy el único muro es la pobreza intelectual de ese señor.

 
Pero es que es tan poco inteligente y tan impulsivo –es un niño de 70 años embadurnado con ácido hialurónico y botox– que igual se enfrenta con las mujeres como con la prensa; da igual. La cosa es meterse en todos los charcos.

 
Lo malo es que hay charcos que salpican, pero otros salpican demasiado. Sus “excelentes” relaciones con Rusia pueden ser tan delicadas como peligrosas. Se lo dijo la propia primera ministra británica, Theresa May.

 
–Ten cuidado, Donald- se le susurró para que no le pusiera mala cara.

 
–Putin es mucho Putin.

 
Imagino que ese señor enchuecaría los labios y le miraría con cara circunspecta. Por eso se lo dijo bajito y con violines alrededor.
Pero ese señor que gobierna Estados Unidos se ha lanzado a los brazos de Putin como si fuera un hermano. Lo que no recuerda es que hay hermanos como Caín y Abel. Eso no lo debe olvidar.

 
Sólo recuerdo la alianza contra la actual administración siria de Bashar al-Assad, encabezada por Estados Unidos y Francia. Pero Putin es su amigo. Tiene amistades peligrosas. ¿Qué hará entonces el señor que gobierna Estados Unidos? ¿Qué va a hacer con tantas cosas más allá de amenazar a medio mundo?

 
Así lo ha hecho la embajadora de Estados Unidos en Naciones Unidas, un organismo al que desprecia.

 
–Tomaremos nota de aquéllos que no apoyen a Estados Unidos.

 
Dijo la embajadora cuando tomó posesión. Ahí queda esta amenaza como tantas otras para los anales de la historia.