No ha hecho falta permanecer más de dos días en mi querido México para entender esa mezcla de indignación y coraje que sentimos cada vez que el presidente Donaldo Trump abre la boca y dice la primera barbaridad que se le ocurre sobre nuestro amado país.
Pero también me he percatado del sentimiento de unidad que ha generado este señor con sus improperios, exabruptos e inquina hacia nuestro grandioso pueblo.
Sigue, erre que erre, con el dichoso muro. Pero yo me pregunto ¿por qué quiere construir un muro que ya existe? ¿Qué es el río Grande, más que un muro físico donde han muerto ahogados miles de ciudadanos que intentaban, a la desesperada, ir a buscar algo tan honrado como es trabajo? Porque creo que no existe algo más digno y honesto que buscar trabajo a base de esfuerzo y sacrificio. Claro que Donaldo no sabe de qué estoy hablando; tal vez porque él no conoce lo que significan los epítetos eufónicos como “sacrificio” o “esfuerzo”.
Pero voy más allá. Cuando he escuchado a muchos amigos mexicanos que Donaldo tiene tintes dictatoriales, yo subiría un peldaño. Creo que Donaldo no tiene tintes dictatoriales. Tiene tintes tiránicos y actitudes xenófobas, racistas muy peligrosas.
Cuando sus sheriffs entran en las casas de los migrantes mexicanos de manera aleatoria, haciendo caso a las delaciones, me recuerdan a esos mismos delatores de la Segunda Guerra Mundial que se dedicaban a ese mal arte y muchos ciudadanos inocentes morían por viejos rencores.
Esas entradas a viviendas y expulsiones a México sin preguntar son prácticamente las mismas que lo que ocurrió en la terrible y triste Noche de los Cristales Rotos. En ese entonces los nazis entraron en las casas de muchos judíos y, sin preguntar, los aniquilaron. Extrapolando la situación y el tiempo a través de una manera diacrónica, es prácticamente lo mismo que lo que ocurre en estos momentos con Donaldo Trump y los migrantes. La única diferencia es que aquí no les ejecutan, pero les reducen con sus armas electrizantes y los deportan sin poder siquiera recoger sus pertenencias.
¿Es esto propio de un estadista que dice ser un demócrata? ¿Es propio de una persona que dice defender el Estado de Derecho? Yo creo que ni él mismo sabe qué es eso.
La democracia, el respeto y la libertad son palabras de un significado demasiado amplio para cerebros tan pequeños.
Pero Donaldo no entiende que todo da vueltas y que puede terminar por ahogarse en su propio vómito. Cuando la mediocridad piensa que está por encima del bien y del mal, no entiende que está cavando su propia tumba. Por eso la mayoría de los autarcas acaban como acaban.
Pero es un pensamiento demasiado elevado para Donaldo. No es que sea soberbio, es que es corto de miras, que es muy distinto.