Foto: Notimex En Honduras, la falta de oportunidades para acceder a una carrera o para obtener un empleo son pocas, por lo que las mujeres jóvenes o son "deslumbradas" por explotadores sexuales o de manera voluntaria ingresan a trabajar a clubes nocturnos  

En Honduras, la falta de oportunidades para acceder a una carrera o para obtener un empleo son pocas, por lo que las mujeres jóvenes o son “deslumbradas” por explotadores sexuales o de manera voluntaria ingresan a trabajar a clubes nocturnos.

 

Así lo cuenta Manuel Reyes, quien recalca que ese no es el futuro que algún padre quiere para sus hijas, y menos en su caso después de haber ganado la custodia tras la separación de su esposa.

 

“Nos ha costado mucho a mi madre y a mí sacarla adelante, tiene 17 años y quiere estudiar medicina, pero imagínate tú que es de las carreras más caras en Honduras y si no tienes empleo no se puede, tendrías que ser ´junior´”, subraya.

 

El hombre del municipio de Progreso ubicado en el Departamento de Yoro, de ese país centromaericano, asegura que ese es el motivo por lo que se unió a la segunda caravana migrante, la cual recorre suelo mexicano para llegar a Estados Unidos.

 

“Yo no quiero ver el día de mañana a mi hija bailando en un night club o como pasa mucho allá que se las llevan y después aparecen muertas en otros países. No quiero que me la asesinen, por eso voy a Estados Unidos, para trabajar y para mandarle dinero para que se gradúe”, dice.

 

La idea de Manuel es que su hija estudie en la Universidad de San Pedro Sula, sin embargo, explica que sin empleo no podría pagar las más de 160 lempiras de comida y pasajes al día, más las colegiaturas o los equipos para la carrera.

 

“Allá sólo los ´juniors´ estudian y cuando salen son los únicos que consiguen trabajo o agarran proyectos porque tienen ´padrinos´ en el gobierno”, precisa.

 

El hombre de 40 años menciona que, de no poder ingresar a Estados Unidos, se quedaría en México, “no lo pensaría dos veces, me quedaría, pediría asilo, trabajaría y lo primero que haría es jalar a mi hija para que estudie aquí”, reveló.

 

Sin embargo, conoce de los comentarios y las posturas en contra de los migrantes que ha manifestado parte de la población mexicana.

 

“Dicen que somos delincuentes, drogadictos y montón de cosas, sí, siempre hay personas, no todos somos santos, pero hemos tratado que la segunda caravana deje una huella positiva y en vez de tirar basura como la primera (caravana) levantamos toda la que vemos en el camino”.

 

“México no tiene un compromiso con nosotros, pero nosotros sí estamos comprometidos con este país por el apoyo que nos han brindado”, enfatiza el hombre de 40 años.

 

Pero su meta está “del otro lado” y confía que con el recuerdo de su hija y con la unión de los migrantes, el sueño se podrá cumplir. “Si Dios abrió el mar abrirá también la puerta de Estados Unidos”, externa.

 

fahl