El limbo termina en Argentina: luego de los dos partidos a disputarse entre viernes y martes frente a la selección albiceleste, el Tri al fin dejará atrás este semestre de nada.

¿Qué será rescatado por quien sea que dirija a México a partir de enero, presumiblemente Gerardo Martino? ¿Qué permanecerá y continuará? ¿Qué se aprenderá? Me temo que muy poco, sólo por evitar absolutos y asegurar que nada.

De algo habrá servido la convivencia, algunas lecciones se habrán tomado del ser visitantes en canchas como las de Córdoba y Mendoza, y ciertamente se habrá cumplido con ese modelo de negocio que indica que cada que hay fecha FIFA se ha de facturar (lo cual acontece en la medida en que la selección juegue).

Como complemento perfecto para este limbo, señalar que desde su eliminación en el Mundial 2018, Argentina también se encuentra navegando por la nada. No es sólo la renuncia temporal de Lionel Messi, sino también la ausencia absoluta de un proyecto, la espera de saber quién asumirá las riendas de ese representativo.

Así que hoy se enfrentarán dos alineaciones rejuvenecidas e inciertas de sus respectivos rumbos. En reconstrucción estarán a partir de enero o cuando sea que debute su nuevo entrenador. Antes de eso, se mantienen en mero trámite, dando pasos no para ir a cierto lugar, sino como mero mecanismo para no caerse.

Por muchas pruebas y debuts que hayamos tenido desde la convocatoria de septiembre, en el nuevo Tri estarán de entrada casi los mismos que fueron a Rusia y buena parte de los que juegan en Europa. Por vueltas que le demos, en nuestro futbol tampoco hay tanta más tela de dónde cortar.

Héctor Herrera, Javier Hernández, Andrés Guardado, Miguel Layún que recién vuelve y Jesús Manuel Corona que esta vez no está, o el caso de Carlos Vela ya en el exilio estadounidense: es de aguardarse una primera lista de Martino con todos esos nombres. Eso no garantiza que todos sigan hasta Qatar 2022 (sería el quinto mundial de Guardado y el cuarto de Chicharito o Moreno), aunque de entrada tienen el derecho a ser vistos, como el cuerpo técnico la necesidad de verlos.

En Argentina cerraremos este tramo vacío en la línea del tiempo tricolor. Será en una de las canchas con connotaciones más tragicómicas para nuestro balompié: aquella anécdota del Mundial de 1978, cuando el portero Pilar Reyes salió lesionado tras recibir tres goles de Alemania Federal; culminado el partido, preguntó a su sustituto, Pedro Soto, por el marcador final. La respuesta es ya un clásico: “3-3”, le dijo. “¡¿Empatamos?!”, clamó Pilar con emoción. “No. Tres goles a ti y tres goles a mí. Perdimos 6-0”.

Twitter/albertolati

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