Carlos Sainz se mostraba optimista de que en algún momento la pista de Interlagos y la degradación de los neumáticos iban a poder ofrecerle oportunidad de avanzar para pelear por puntos.

 

Doble personalidad cuando apenas al haber iniciado el Gran Premio, el piloto español mostró su poco entendimiento de trabajo en equipo y se lanzó a capturar a su coequipero Hulkenberg, haciéndolo castigar sus neumáticos y perdiendo opciones de que el alemán peleara contra Pérez el sitio como Mejor del Resto al incluso chocar contra él.

 

Ferrari y Sebastian Vettel hicieron una gran interpretación del ritmo de carrera durante la jornada de prácticas y nos hicieron pensar a todos que podían ser favoritos al triunfo para al menos cerrar el año con un manotazo sobre la mesa.

 

Doble personalidad cuando en la vuelta previa se atasca Vettel como si se hubiera quedado amarrado al piso, tiene que reajustarse y francamente se fue arrastrando para terminar el Gran Premio. El nivel de performance de Vettel y su Ferrari fueron decepcionantes y más cuando Hamilton y Mercedes fueron sobresalientes aun con problemas técnicos.

 

Esteban Ocon predicaba la doctrina de bajar la cabeza y buscar hacer su mejor esfuerzo para conservar una posición en Fórmula 1, con buenas actuaciones. Su lenguaje en los últimos meses fue el de un muchacho golpeado por las circunstancias que podía sufrir la injusticia de salir de la F1.

 

Doble personalidad cuando busca a como dé lugar quitarse la vuelta perdida con el líder de la carrera y va al toque en una zona crucial del circuito sin dar espacio, tal como lo ha hecho con Kimi en Baku, o como otras ocasiones con Checo. Ocon no ha entendido que los demás no están obligados a quitarse.

 

Max Verstappen por un lado abusó de su magnífica capacidad de elaborar rebases incontestables. Utilizó la curva número uno, el inicio de la Ese de Senna, para bapulear a sus enemigos con autos teóricamente superiores.

 

Rebasó sucesivamente a Raikkonen, Vettel, Bottas y Hamilton en carrera y por posición dejando claro que le bastaba el sector dos para triturar los tiempos de vuelta de sus adversarios y seguir como favorito hasta la bandera a cuadros.

 

Pero se interpuso Ocon. Le arrebató un triunfo que podía haber parecido hasta sencillo cuando no contábamos con que Red Bull fuera protagonista sobre piso seco.

 

Doble personalidad, cuando un Max enfurecido carga sobre Ocon en el pesaje y lo empuja conteniéndose de causarle una agresión mayor. Inaceptable. Desde cualquier punto de vista, Max merecería una sanción, la Fórmula 1 no está en la era de las cavernas.

 

Lewis Hamilton terminó ganando sorpresivamente un gran premio que tradicionalmente le ofrece resistencia, y con eso sellaba el quinto mundial consecutivo de Mercedes como constructor. Lewis regalaba elogios y sonrisas.

 

Doble personalidad cuando con el juego de llantas medias, que se iban casi destruyendo le dejó dudas y reclamó muy airadamente a su ingeniero Peter Bonington, con quien produjo un ambiente tenso, ya que la carrera estaba perdida.

 

En fin, esta es la Fórmula 1 de Sao Paulo tan igual en muchas cosas y tan diferente en otras, pero que al final de cuentas nos dejó muchas dualidades que componen la mejor carrera del año. Eso es seguro.