Más allá de la consulta, hay escenarios.

El fundamental:

Como el discurso del próximo Gobierno lleva el proyecto a la Base Aérea de Santa Lucía en combinación con el vetusto Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), es posible imaginar el futuro inmediato.

Todo en función del diseño de Javier Jiménez Espriú, inminente secretario de Comunicaciones y Transportes, y su jefe, el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

A ojos del mundo, la imagen será la terminal militar.

A Santa Lucía llegarán los vuelos internacionales, en especial los de mayor horas vuelo, y si quieren viajar a algún lugar de la República, necesitarán trasladarse al aeródromo del municipio de Venustiano Carranza.

Eso, naturalmente, les llevará más de dos horas por la lejanía, los embotellamientos, los mil conflictos viales de la gran urbe del Valle de México y por supuesto la pregonada saturación del AICM.

Y todo con la condición fundamental: la terminada construcción de dos nuevas pistas para poder atender el tráfico hoy descargado con problemas en el actual aeropuerto internacional.

¿Y qué más?

Y LOS VUELOS NACIONALES AL AICM

La proyección es muy simplista:

1. Vuelos de carga e internacionales.

2. Vuelos nacionales con menos de cuatro horas.

Los primeros, incluidos los de carga, deberán llegar a Santa Lucía para de ahí derivarse hacia destinos secundarios: la Ciudad de México, otros lugares de provincia e inclusive el extranjero.

Y los segundos son prácticamente todos los nacionales porque el más largo es el Tijuana-México, con un máximo de 210 minutos, equivalentes a tres horas y media.

La decisión tiene cálculos personales de Andrés Manuel López Obrador e intercambios con otros gobernantes para saber si se cuenta con su infraestructura.

Un dato:

López Obrador preguntó al gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, si su aeropuerto puede recibir vuelos de aviones de regular tamaño y vuelos inferiores a las cuatro horas.

-Claro, Presidente. Podemos recibir al avión más grande del mundo.

Y ahí está don Pancho, esperanzado en reactivar la economía estatal en alas de la aviación internacional y sobre todo de carga.

O sea, ya hay una red de protección: los aeropuertos Benito Juárez de la Ciudad de México, el de Toluca, el de Querétaro y en última instancia los de Morelos y Puebla.

Todo para decir no al nuevo aeropuerto de Texcoco.

GOBERNADOR CON EL AGUA AL CUELLO

1. Si hay un gobernador feliz es Juan Manuel Carreras.

Le cayó del cielo la designación de Luis Sandoval como secretario de la Defensa Nacional, con quien tiene una relación personal y ya le hizo saber una petición:

-Mayor apoyo a San Luis Potosí para resolver los problemas de seguridad.

Lo espera y tiene un plan para dar un golpe de mando.

2. Cosa de ver:

El gobernador Quirino Ordaz entre damnificados con el agua al pecho en calles urbanas y girando órdenes a sus subordinados para atender a los damnificados por el huracán Willa.

Quién sabe cómo, pero al mismo tiempo hace llamadas a los secretarios de Estado –Salud, Desarrollo Social, Educación Pública- en gestión de apoyo para Sinaloa.

Al final de todo un consuelo: se han evitado las víctimas mortales, aunque los daños materiales sean muy numerosos y en algunos municipios sea necesaria la reconstrucción.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.