Por Ana Luisa Ochoa

Estamos a unos días de que termine octubre, el mes en el que se conmemora la lucha contra el cáncer de mama, el tumor maligno más frecuente en las mujeres. Cada año se registran en el mundo un millón 380 mil nuevos casos y 458 mil muertes por esta causa, por lo que desde hace varios años se ha adoptado a octubre como el mes de sensibilización sobre esta enfermedad, para aumentar la conciencia de la prevención y el tratamiento.

Quizá para muchos es solo el mes de los listones rosas, en el que compañías y Gobiernos adornan sus carteles; para otras, para miles, es el recordatorio de lo que viven o han vivido, de la sombra que siempre está presente, aún y cuando te dicen que todo ha pasado, que lo han extirpado. En ésto, el “para siempre” existe en el cuerpo, pero no en la memoria.

Por eso, resulta doblemente relevante que Investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) crearan un sensor eléctrico capaz de diagnosticar el cáncer de mama con una gota de sangre, permitiendo así la detección de la neoplasia (una formación anormal en alguna parte del cuerpo, de un tejido nuevo de carácter tumoral, benigno o maligno) en la etapa inicial.

Este diagnóstico permitirá brindar tratamientos oportunos, y mejorar las expectativas de vida, ayudando a disminuir la mortalidad.
De acuerdo con los investigadores, si este procedimiento marcha como esperan, en un lapso de entre nueve y 18 meses obtendrán un prototipo portátil y de fácil manejo, de manera similar a la de un glucómetro o una prueba de embarazo.

Un alivio, que disipará las nubes negras de la mente de nosotras.

LEG