En polémico discurso, Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo, advirtió que en su gobierno ningún servidor público tendrá garantizado el cargo durante todo el sexenio.

Le está pasando una severa factura a todos, hombres y mujeres, que integrarán su gabinete, legal y ampliado, en uno de los momentos más críticos.
Sabe, y bien, que gobernar significa enfrentarse a las peores críticas.

En su proceso de renovación y transparencia, el Presidente electo deja en claro que en “su administración, estarán sujetos al escrutinio público y el pueblo va a estar calificándonos”.

Los está condenando a ganar o perder al mismo tiempo.

Y es que algunos han mostrado falta de inteligencia política y poca estrategia a la hora de asumir los conflictos.
Los casos de abuso o agresiones ahí están, y sus errores los empujan ya a la caída libre.
Dice Andrés Manuel López Obrador que él también se enfrentará al reclamo de la destitución en tres años.
“Se le va a preguntar a la mitad del sexenio, en 2021; en la elección va a haber una tarjeta y se les va a preguntar si quieren que continúe el Presidente o renuncie”.

En política es más fácil culpar a todos que gobernar.
“Ya no va a haber nadie que va a durar seis años, sin condición… Van a tardar seis años si hacen bien el trabajo; si no, vámonos ‘pa’ fuera’, a los tres años cambio, o a los dos o al primer año”, dijo el Presidente electo.
Esto no resuelve los problemas de México.

Las decisiones de un Gobierno no nacen en una mesa ni tampoco deben surgir de encuestas o consultas.
La actual situación obliga al nuevo Gobierno a hacer frente a la crisis, dejar atrás polémicas, terminar con la incertidumbre, corregir los excesos, acabar con los privilegios y encontrar la salida a las grandes dificultades.

Serán los principales responsables de que nadie se salte las leyes o tendrán que dar muchas explicaciones.
La cuarta transformación nos da un plus de responsabilidad para aplicarla a funcionarios que demuestren incapacidad permanente o para reprobar a quien no sea de nuestro agrado.

Nuestra obligación será entonces decir quién no lo hace bien, pero todos nos equivocamos.
Si dependiera de los 30 millones que votaron por él, tal vez no ocurrirá nada, pero qué pasará con los millones que no lo hicieron y mantienen un profundo sentimiento de frustración.

Las circunstancias de cada mexicano son únicas, pero tenemos mucho en común, como el miedo.
Milonga: difícil, muy difícil cierre de administración le espera al jefe de Gobierno de la Ciudad de México y, de paso, también a su ex jefe, el doctor.

Miguel Ángel Mancera.
jfcastaneda9@hotmail.com