A un nuevo tiempo le corresponde una “hora cero de la República”, propone Porfirio Muñoz Ledo como presidente de la Cámara de Diputados.

La afirmación de Enrique Peña Nieto, Presidente saliente de México, parece un truco para salvaguardar el Sexto Informe de Gobierno, entregado resignadamente ante su audiencia y para señalar a los verdaderos responsables: “México tiene resultados tangibles, y el mérito es de los mexicanos”.

Y si lo que tiene la nación es un cúmulo de graves problemas, en la percepción predominante, y no aquellos resultados, mejor presentados en cinco videos que en la interlocución presidencial, ¿habría que asumir que la responsabilidad es de todos igualmente?

Reconozcamos estabilidad macroeconómica, se nos invita en el discurso, así como cierta estabilidad inflacionaria; ahí está la manejabilidad de la deuda, el aumento de la base fiscal y la continuidad en la apertura de empleos formales. Vean a Venezuela.

El Presidente aplaude para que los demás aplaudan. No hay pasión, agradecimiento patrio, ovación de presumir. Ya no mencionemos la ausencia de aplausos de Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados, o de Martí Batres, presidente del Senado.

Todo gris como la corbata de Peña Nieto. Brillo perlado si acaso.

La penúltima aparición pública popularmente mediatizable y con banda presidencial al pecho ocurrió mientras la Presidencia de la República no se destacó en ningún esfuerzo retórico o declamatorio, matiz histórico, algo particularmente ingenioso, innovador, trascendente, “carnita para la nota” como dicen los reporteros.

Peña Nieto destacó las cinco estrategias que habrían de distinguir su legado, en su propia versión:
Fortalecimiento institucional y combate al crimen organizado; ampliación de los derechos sociales y consecución de un mínimo histórico para la pobreza, aunque no haya insistencia en hacer explícita la mejoría; el establecimiento de un modelo educativo de calidad sobre el que pesa ya una fase terminal, al menos de la manera en que fue concebido como proyecto de varias generaciones; eliminación de las barreras al crecimiento económico aun quedando claro que el crecimiento nunca fue mayor, en promedio, a dos puntos porcentuales por año y la capacidad de proyectar los valores de México en el ámbito internacional.

Parece demasiado ambicioso presentar esas cinco estrategias y sus debatibles resultados como “plataforma de desarrollo para las próximas seis décadas”. O no se realizó lo que se dice haber logrado o hubo un gigantesco problema de comunicación social.

“Los hechos y las cifras” hablan en las gráficas y en la plataforma retórica verbalizada por el mandatario cuando no las está viendo sentado, en reconocimiento del valor didáctico de los videos realizados por la Presidencia.
Si “el cambio afectó añejos privilegios”, pocos piensan en la realidad verificable de las afectaciones y nadie encuentra claramente una imagen personal a la cual asociarle el castigo por “el cambio”.

En todo caso castigadas y castigados en potencia parecen fantasmas que deambulan o están a punto de hacerlo fuera de sus espacios de detención si hubiera que desahogar la ambigüedad semántica de Peña Nieto tratando de vincular la afirmación con procesos penales abiertos no solamente de los resistentes “al cambio”, sino los protagonistas de la corrupción.

Machaca sobre el “nuevo entendimiento nacional”, como llama a lo provisionalmente logrado con el Pacto por México, con el respaldo del PAN, PRD y el PRI, los mismos partidos cuya votación, en cada caso, fue la más baja de la historia de acuerdo al registro del 1 de julio pasado.

El Sexto Informe de Peña Nieto, agradecible por relativamente breve, respetuoso en general de un cierto nivel de autocrítica y por la comprensión de la conveniencia de destacar el diálogo para la transición ordenada con el gobierno entrante de Andrés Manuel López Obrador, es un balbuceo visual donde sí destaca que prácticamente 90% de los blancos de la persecución a protagonistas del crimen organizado fueron detenidos. Lo cual no necesariamente, reconoce el mandatario, generó el México en paz, deseado en los últimos dos sexenios.

Peña Nieto asegura de la existencia de una nueva ruta hacia el futuro que ha quedado consolidada.

No la vieron los electores. Nunca sabremos si alguien concedió simpatía sincera a esa afirmación de entre los propios invitados al último convite informativo de Peña Nieto.

@guerrerochipres