Hay muchas leyendas sobre Manuel Bartlett.
Una de ellas es la imposibilidad de ir a Estados Unidos por su supuesto involucramiento en el crimen de Enrique Camarena Salazar, el agente antidrogas asesinado en Jalisco y enterrado en Michoacán.
Versiones llegadas de Washington presumían nexos con el crimen y entre los detalles referían las credenciales de la Dirección Federal de Seguridad (DFS, dependiente de Bartlett) usadas por el narcotraficante Rafael Caro Quintero para huir.
Nunca se sabrá.
Él elude el tema, la justicia mexicana no investigó esas acusaciones y la estadounidense tampoco le ha instaurado proceso.
Pero demos cuenta de una anécdota:
Cuando Bartlett dejaba el Gobierno de Puebla, William Clinton designó a Jeffrey Davidow, embajador en México con la instrucción de recomponer las relaciones bilaterales.
Algo muy simple para el demócrata de Massachusetts, dada su amabilidad y su especial habilidad para hacer diplomacia siempre con una sonrisa y fuertes apretones de mano.
Llegó con gran aceptación tras años de desencuentros con representantes republicanos.

“Lo que no puede es salir”

Jeffrey Davidow hablaba con todo mundo.
Un día, en una comida en la dirección de un periódico de la Ciudad de México, el inquieto Miguel Lerma no aguantó la curiosidad y preguntó:
-Embajador: ¿es cierto que Manuel Bartlett no puede entrar a Estados Unidos?
-¿Quién te dijo eso? -hurgó con curiosidad Davidow.
-En México todo mundo lo dice y allá lo ha publicado la prensa…
-¡Eso es una mentira! -repuso Davidow con su sonrisa de niño.
-¿Entonces sí puede entrar?
-¡Claro que puede entrar! ¡Lo que no puede es salir!
Las risas celebraron la broma.
Pero sin Estados Unidos, Bartlett sigue en la política con cambios de piel y partido y ahora, con muchos cuestionamientos hasta de propios, va a la CFE.
Uno de esos propios es Tatiana Clouthier, para enojo de Andrés Manuel López Obrador y futuro incierto de la sinaloense.
Hay otro tema: ¿sabe usted a qué?
Será la punta de lanza para procesar a quienes impulsaron la reforma energética y se sirvieron de las empresas del Estado.
Atrás de CFE, le adelanto, viene Pemex.

 Meade: desayuno de sapos

El priismo auténtico está furioso.
Lo hay y por eso les dolió la visita de José Antonio Meade a Andrés Manuel López.
-¡Fue a comer sapos en nombre del PRI! -censuraron con enojo e imprecisión, pues en dado caso desayunó sapos porque fue invitado a desayunar.
El comité de Claudia Ruiz Massieu quiso enjuagarse la cara y acreditó esa visita a título personal, explicación innecesaria porque, ya se sabe, Meade nunca fue aceptado por el priismo y su candidatura fue obra de un solo hombre, Enrique Peña.
Para mal de males, de inmediato comenzaron a hacerse sondeos sobre si debe incorporarse al gabinete de López Obrador y el rechazo de los votantes es notorio.
2. Esto puede cerrar el capítulo de negar a José Antonio Meade una posición secundaria en el Banco de México.
Lástima, porque México pierde un cuadro capaz mientras se le abren muchas posibilidades e invitaciones internacionales.

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