Por supuesto, y sólo por si hace falta colocar esto en perspectiva, lo de estos Diablos Rojos no representa ni remotamente una revolución, como lo de sus vecinos naranjas sin duda lo fue cuatro décadas atrás: no es lo mismo influir que determinar, inspirar que reinventar, flexibilizar los cimientos que dinamitarlos y, en otro orden, reinstalarlos, amplia distancia entre un fenómeno y otro.

Sin embargo, ahí tenemos la acción más plástica, estética, consumada, de Rusia 2018, resumen de la depredadora verticalidad a la que hoy apunta nuestro deporte: ese contragolpe de Bélgica ante Inglaterra al minuto 78, cuando en escasos 13 segundos los belgas pasaron de recuperar en su esquina baja hasta rematar fulminantemente. En el camino, el esférico cambió de pies nueve veces, casi todas de primera intención, a máxima velocidad y con elevadísima técnica individual; cuando alguien retuvo algo más de tiempo, fue sólo para esperar el célere desmarque al hueco del compañero.

De igual forma, podemos remitirnos a la acción con la que la misma Bélgica dejó tendido a Japón en el suspiro final del partido de octavos de final: del momento en que el portero Courtois ataja el tiro de esquina rival, al remate a gol de Chadli, no transcurren más de 10 segundos y medio. Obra que, a su vez, sirve como manual para comprender lo que es saber sumar con el mero movimiento, coreografía en la que todos quienes contraatacaban eran parte de la función, con Lukaku como el mayor solista sin siquiera haber puesto un dedo sobre el balón, violinista sin violín.

Como en el mundo del arte, como en toda corriente cultural, como con la ropa misma, el futbol va por modas: lo que antes se pensó indispensable y se usó casi unánimemente, de súbito queda atrás y parece decrépito.

La España espesa, rancia, baja en audacia al buscar abrir a la defensa rusa con cientos de pases inertes, puede fijarse en un extremo de este Mundial. La explosiva Bélgica, en el otro.

Síntoma de eso, la eliminación belga se consumó contra Francia, justo el día en que se pareció más a la España de esta copa, que a sí misma.

Al final, mentirá quien asegure la superioridad de algo sobre lo otro: sólo podremos hablar de algo más adecuado, dependiendo de los jugadores con los que se cuente.

Twitter/albertolati

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