Diálogo inolvidable en la película “El abogado del diablo”:

– ¿Estás negociando?

– Siempre.

Cuando se insiste, “¡demuéstrame que me quieres o me voy!”, y se responde con, “¡pues si quieres irte, vete!”, en realidad se está negociando: jalar la cuerda, mera amenaza para recuperar posiciones, mejorar las condiciones de la relación sin importar de qué naturaleza sea.

Sucede que, de tanto repetirlo y tras años de amenazas, se llega a olvidar que una de las dos partes bien puede cumplir la advertencia y romperlo todo.

Así, Cristiano Ronaldo y el Real Madrid han sabido durante muchos años que, incluso sin amor del bueno de por medio, eran tal para cual. Uno aportó por casi una década la mareante cifra de un gol por partido (algún día se dimensionará lo que eso representa), el otro le rodeó de un plantel portentoso y dispuesto a jugar para su mayor comodidad. Por si faltara pegamento para tan frágil relación, el potencial de mercadotecnia de los dos: él vende más vestido de blanco y tiene reflectores para recibir los trofeos individuales, ellos son todavía más poderosos y deseados con el portugués portando su escudo.

Años en los que cada que Cristiano consideró que podía cobrar más, utilizó eufemismos tales como “me siento triste” o “no me siento valorado”, a lo que el Madrid a menudo respondió negándose a elevar su sueldo e invitándole a salir. Al final, siempre terminaron por entenderse y a clamar los dos que la relación sería eterna, que nada les separaría jamás, que por los siglos de los siglos amén.

Así llegamos hasta el pasado verano, cuando el jugador estaba en disputa con el fisco español y un periódico de su país dio por definitivo su cambio de club. Cristiano nunca desmintió y, por lo que se dice, sólo se quedó en el Bernabéu porque nadie estuvo dispuesto a cargar tanto con el monto del traspaso como del salario que pretende (en total, nunca menos de 300 millones de dólares). Doce meses, entre la Confederaciones de Rusia 2017 y el presente Mundial, en los que cíclicamente se aseguró que renovaba, que ya se iba, que la relación estaba rota, que todo se resolvería.

Negociación de negociaciones, todo es negociación, Cristiano convirtió el histórico momento de la tercera Champions consecutiva, en su prioridad personal: ha sido lindo estar aquí, fue precioso mientras duró, última llamada para retenerme. Llamada a la que la directiva merengue no acudió.

Normalmente quien se quiere marchar acude a la puerta y no a la palabra, mas en este caso, de tanto ir por la palabra, parece que no queda más que abrir la puerta.

Si se consuma, los dos sabrán que han perdido, que les ha ganado el orgullo, que ha sido más la necesidad de clamar victoria, que uno echará en falta los goles y el otro al equipo que le permitió competir por el cetro mundial.

Mientras no se consuma, y por mucho que se insista que lo de la Juventus está cerrado, por antecedentes haremos bien en no creer.

¿Están negociando? Siempre, siempre.

Twitter/albertolati

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