Al final se lo buscó y terminó por romperse el cántaro lleno de aguas negras. La semana que ha afrontado el Presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha sido de pesadilla, aunque lo que viene puede ser peor.

Se trata de un acoso y derribo de todas las fuerzas políticas para que Mariano Rajoy dimita y convoque elecciones anticipadas, porque esto ya no da para más.

La judicialización de los casos de corrupción en el partido que gobierna, el Partido Popular, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Muchos de estos casos todavía se encuentran en proceso; la trama Púnica, Lezo, Valencia representan la podredumbre de un sistema corrupto tentacular que llevó al Partido Popular de Mariano Rajoy a infectar a un gran grupo de miembros de dicho instituto político en diferentes regiones españolas –especialmente en Madrid–, pero de manera fundamental a la cúspide de la fuerza conservadora.

Nos remontamos a tiempos del ex presidente José María Aznar, aunque podría ser antes, desde 1989. Ese año quedó atestiguado, según el auto del juez, como el año en el que el Partido Popular tenía dos contabilidades, la transparente y la opaca con la que sufragaba campañas electorales y ofrecía sobresueldos. Esto se acentuó en tiempos de Aznar.

El operador fue Luis Bárcenas, el antiguo tesorero del Partido Popular, quien fue el cerebro de una trama tan oscura como ladina.
A finales de los 90, los miembros más representativos, incluido el propio Rajoy –según las pesquisas y el auto–, cobraban sobres en B, además de sus respectivos salarios.

Una vez que se destaparon las cloacas, las redes sociales hicieron el resto. Hoy, gracias a este último entramado de sobresueldos y financiación irregular del Partido Popular –el llamado caso Gürtel–, algunos ya han ingresado en prisión y los partidos están colocando a Rajoy contra las cuerdas porque le acusan de ser el máximo responsable, si no es por conocimientos, sería por omisión.

Podría cometerse algo inaudito en la historia de la democracia española. El socialista Pedro Sánchez ha provocado una moción de censura. Sólo ha habido tres en la historia de la democracia de este país. Ésta consiste en que el Parlamento vote la continuidad o no del actual Presidente. Pero para eso necesita tener más votos a favor que en contra. Pedro Sánchez posee los sufragios de todos los partidos políticos salvo el de Ciudadanos, que es la tercera fuerza política, y el del propio Partido Popular. Sólo falta que se defina el Partido Nacionalista Vasco.

¿Puede fructificar la moción de censura? Sí puede. En ese caso, Pedro Sánchez sería investido automáticamente Presidente del Gobierno.

Si la moción no resulta fructífera, Pablo Iglesias, líder del radical Podemos, convocará una segunda moción.

Albert Rivera, presidente del partido Ciudadanos, que según todas las encuestas será el instituto político que vencería en las próximas elecciones, se sabe fuerte y pide un adelanto electoral para este próximo otoño.

Rajoy tiene el camino muy oscuro, pero sigue apoltronado en la silla del Palacio de la Moncloa, como si la cosa no fuera con él.

Y es que la política está cambiando tan rápido como la propia sociedad. Debería andarse con cuidado y, sobre todo, haberse sabido rodear de gente capaz –que hay muchos en su partido–, y no de mediocres e ineptos que no hacen sino entorpecer una carrera política que podría haber sido promisoria, pero que pasará a la historia como la etapa de las corruptelas.

 

 

JNO