Foto: Reuters Las divergencias entre EU y el resto de sus socios del G7 sobre Irán se añaden al escepticismo que existe sobre la reunión de Trump y Kim Jong-Un, programada para el 12 de junio en Singapur  

Toronto.- Entre los sobresaltos producidos por la volatilidad de Donald Trump, Canadá intenta ultimar los preparativos para recibir en junio a los líderes del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) que este año se reunirán en la región canadiense de Charlevoix.

 

El ex diplomático canadiense encargado de organizar la cumbre, Peter Boehm, reconoció ayer que la agenda de la reunión todavía no está cerrada y que en los próximos días se reunirá con representantes de los otros seis países del grupo para ultimar los detalles.

 

“Todavía quedan un par de semanas. Nos reunimos la semana que viene en Charlevoix con mis colegas para cerrar la agenda. Y puede que se produzcan cambios”, advirtió Boehm durante una entrevista con la radiotelevisión pública canadiense, CBC.

 

Canadá, que es la sexta vez que organiza la Cumbre del G7, ha establecido cinco grandes temas para tratar durante la reunión de los líderes de los siete países más industrializados del mundo, desde una economía más incluyente, hasta seguridad global pasando por temas de género y cambio climático.

 

Pero los preparativos canadienses han sido “saboteados” por las decisiones del presidente estadounidense, Donald Trump: la retirada del acuerdo internacional sobre el programa nuclear de Irán, su encuentro con el presidente norcoreano Kim Jong-Un y la decisión de abrir en Jerusalén la embajada estadounidense en Israel.

 

La ruptura del acuerdo con Irán, que fue fruto de prolongadas negociaciones entre Teherán, por un lado, y EU, Francia, Alemania, el Reino Unido y Rusia por otro, ha causado tensiones entre Washington y sus socios europeos quienes, junto con Canadá, siguen apoyando el acuerdo.

 

Boehm reconoció que la ruptura del acuerdo con Irán “será un tema” en la cumbre pero intento rebajar su tema al añadir que “el Oriente Medio y lo que sucede allí son temas que siempre son tratados” por el G7.

 

Lo mismo se puede decir de la decisión de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén, opuesta por Europa y Canadá, una medida que provocó masivas protestas en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania en las que murieron al menos 60 palestinos.

 

Las divergencias entre EU y el resto de sus socios del G7 sobre Irán se añaden al escepticismo que existe sobre la reunión de Trump y Kim Jong-Un, programada para el 12 de junio en Singapur.

 

El inesperado acercamiento entre Trump y el líder norcoreano, que hace solo unos meses se intercambiaban insultos por Twitter, y la falta de claridad sobre cuál es el objetivo de la reunión, mantiene incómodos a socios como Japón o Canadá.

 

Con este panorama, Canadá ha empezado a rebajar las expectativas de lo que pueden acordar los líderes del G7 en Charveloix, una idílica municipalidad situada a 125 kilómetros al noreste de la ciudad de Quebec y donde viven poco más de 14 mil personas.

 

A principios de mayo, Boehm ya reconoció en una conferencia celebrada en Ottawa que no es necesario que los líderes del G7 lleguen a acuerdos sobre todos los temas que tratarán en Charlevoix.

 

“Si los líderes estuviesen de acuerdo en todo, no tendría sentido que se celebren estas reuniones”, razonó Boehm.

 

Pero el exdiplomático canadiense reconoció el “aumento de la temperatura” que se está produciendo en torno a esta Cumbre del G7 debido a las posiciones de la Administración Trump.

 

Un ejemplo de ese aumento de la tensión son las recientes críticas del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quien el miércoles calificó a Trump como “enemigo” y “caprichoso”.

 

“Hoy estamos presenciando un nuevo fenómeno: la asertividad caprichosa de la administración estadounidense. Cuando observamos las últimas decisiones del presidente (de Estados Unidos Donald) Trump, alguien podría preguntarse: con amigos así, ¿quién quiere enemigos?”, dijo Tusk.

 

Tusk será uno de los dos representantes de la Unión Europea (UE), el otro será el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, que representará al bloque europeo en la cumbre de Charlevoix.

 

Trump respondió a las palabras de Tusk con un desafiante “pueden llamarme cualquier cosa” y acusó a la UE de ser “terrible” para los trabajadores europeos.

 

A pesar de la retórica belicosa entre supuestos socios, Boehm está seguro que las discusiones en Charlevoix serán “civilizadas”, en parte porque el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, “guiará esa discusión”.

 

Aun así, Boehm advirtió que se esperan “discusiones robustas e intensas sobre crecimiento económico, empleo y asuntos exteriores”.

 

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