Las posiciones en la carrera electoral permiten generar una proyección de cómo podría quedar conformada la Cámara de Diputados, si la intención de voto se mantiene como hasta ahora. Se vislumbra una composición en la que los favorecidos serán los partidos menores. Conscientes de su importancia como fiel de la balanza en elecciones anteriores, vendieron caro su amor a las grandes fuerzas y obtendrán posiciones a las que, de manera individual, nunca hubieran aspirado.

Con datos de Consulta Mitofsky, Morena sería primera fuerza en San Lázaro al obtener un máximo de 142 y un mínimo de 115 en la siguiente legislatura. Dadas las tendencias, esto no sorprende. Lo que no deja de asombrar es la presencia que podrían alcanzar sus aliados políticos. El Partido Encuentro Social (PES) podría llegar a tener la cuarta bancada más grande, algo que hasta hace meses era impensable. Su dirigente, Hugo Eric Flores, hizo un negociazo cuando aceptó caminar de la mano morena. El partido conservador, de derecha, la antítesis ideológica de su hermano mayor, podría obtener entre 40 y 50 curules a cambio de entre 1 y 3% de la votación. Negocio redondo.
Así, los fieles votantes de la izquierda más progresista estarán llevando al partido que se opone al avance de muchas de las iniciativas que traen en la agenda, a ser la cuarta fuerza más numerosa en la cámara.

Por otro lado, el Partido del Trabajo (PT), que estuvo prácticamente en punto muerto y fue resucitado por el TEPJF, también jugó bien sus cartas. De estar destinado a desaparecer, podría hacerse del control de entre 36 y 54 curules, lo que le brinda un amplio margen de maniobra en términos de negociación política y acceso a importantes posiciones y partidas. Su fundador, Alberto Anaya, se frota las manos. El negocio no sólo continúa, sino que la recompensa viene aún mejor.

Ni en el PES ni en el PT soñaron con tener un panorama tan favorable. Cuando vino el nacimiento del “Frente Opositor”, que derivó en la coalición PAN-PRD-MC, y el PRI le coqueteó fuerte al PVEM y PANAL, vieron una oportunidad de oro. Morena necesitaba partidos satélite que movieran gente. No importa que su agenda chocara, al cabo, en la política mexicana, las ideas y los principios son lo de menos. La estrategia política se ha convertido en un juego matemático de sumar, convencer… y perdonar.

Como van las cosas, la segunda fuerza en San Lázaro sería para el PAN, que ocuparía entre 94 y116 curules; el PRI obtendría entre 54 y 72 posiciones y el PRD rescataría entre 35 y 49 asientos; no está tan mal, si consideramos que el panorama del sol azteca antes de las elecciones era el de un túnel sin final.

Será interesante ver cómo operan fuerzas políticas antagónicas y opuestas en la negociación de las iniciativas de todo tipo, cómo se negocian los acuerdos y cómo los diferentes grupos buscan acomodar sus temas. Además, habrá que ver si los seguidores que hoy aplauden las alianzas y coaliciones a costa de todo vigilan y exigen que el partido no se separe de sus manoseados ideales. Como lo hemos dicho en otras ocasiones, todo responde a un sistema electoral obsoleto y caro que premia con millones de pesos a los trapecistas de la grilla.