Lejos de tender a ser erradicada, la multipropiedad del futbol mexicano va resultando cada vez más exportada y replicada.

Situación que estuvo a pocos minutos de generar un caos a la UEFA: que dos equipos pertenecientes a la empresa Red Bull pudieron aparecer en las semifinales de la Europa League: el cuadro de Salzburgo, Austria, finalmente sí avanzó, al tiempo que el de Leipzig, Alemania, quedó eliminado.

Cuando este conglomerado de bebidas energéticas se acercó al futbol, lo hizo adquiriendo entidades en ligas diferentes (lo que de entrada le diferencia de los casos mexicanos, en los que el conflicto de interés siempre es una posibilidad). Por entonces, lucía remoto que el humilde Leipzig aspirara a la disputa de certámenes continentales, algo que muy pronto se ha consumado. ¿Cómo habría quedado la UEFA de tener a los dos toros rojos en semifinales del mismo torneo o, incluso, como rivales? Quizá endureciendo sus restricciones a futuro. O quizá reiterando que no pasa nada, que cada cual juega para ganar, que conflicto no hay ninguno.

Al mismo tiempo, va creciendo otro grupo con intereses en clubes de varias ligas. Encabezado por Giampaolo Pozzo, este holding controla al Udinese italiano, al Granada español y al Watford inglés. Eso propició que cuando Miguel Layún dejó al América, no quedara claro a la opinión pública a cual de esos conjuntos se incorporaría.

Más allá de los citados ejemplos, hay muchos más pero con cuadros que no tienden a competir, lo que torna inofensiva y hasta deseable la multipropiedad. Pensemos en el Mánchester City con sus hermanos en Estados Unidos, Australia y Japón. O en el Atlético de Madrid que se ha aventurado en México y la India.

Unos años atrás, cuando Grupo Televisa decidió limitarse a poseer al América en primera división, lució como el verdadero final de la multipropiedad en México: si el pionero y más poderoso cumplía al desprenderse de esa especie de equipos satélite, era señal de que la práctica en realidad culminaba.

Difícil prever que en este 2018 y con Televisa aún sólo enfocado en sus Águilas, el tema sería todavía más constante en nuestro futbol, con dos argumentos contrastados: por un lado, es evidente que la multipropiedad no resulta idónea para la competitividad, para erradicar todo tipo de sospechosismo; por otro, no abundan las empresas con amplios recursos dispuestas a aventurarse en este deporte; eso implica que no desagrade que quien ya incursionó, invierta su capital en más de una institución.

Por vueltas que le demos, por mucho que pueda contradecir los estamentos internacionales del deporte, la multipropiedad no está por desaparecer en México; mucho menos, cuando en plena Europa League tan campantes han desfilado dos hermanos.Twitter/albertolati

 

 

JNO

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