No son sólo los opositores políticos de Andrés Manuel López Obrador los que advierten lo que puede implicar para el futuro del país la llegada de un Presidente de corte autoritario, con visión anticuada y tendencias populistas.

Las que ahora advierten en un desplegado los peligros del autoritarismo son aquellas organizaciones a las que se han etiquetado como de la “sociedad civil”. Y lo hacen como respuesta a una alusión directa de Andrés López, quien dijo antes de las vacaciones de Semana Santa que le tiene mucha desconfianza a todo lo que llaman sociedad civil o iniciativas independientes.

Una veintena de organizaciones de todo tipo, desde sindicatos patronales como la Coparmex, agrupaciones como el Consejo Coordinador Empresarial. Unas más famosas que otras, como el Instituto Mexicano para la Competitividad.

Algunas dedicadas al tema de la seguridad; otras, a temas educativos. En fin.

Este abanico de organizaciones que se han ganado su lugar en el escenario de la política no partidista de este país aseguran que desconfiar de la sociedad civil equivale a despreciar la voluntad e iniciativa de mujeres y hombres que no se quedan pasivos ante la injusticia, la opacidad, el mal gobierno o la desigualdad.

No se atreven a llamar a López Obrador por su nombre, pero el mensaje tiene a ese y sólo a ese destinatario.
Y es tan claro como esto: “Sólo los regímenes autocráticos o los defensores del statu quo pueden percibir la participación cívica como una amenaza al orden y la estabilidad”.

Es verdad que en lo individual muchos de los integrantes de algunas de estas organizaciones tienen filias partidistas claras. Pero también hay nombres de organizaciones de la Sociedad Civil que remiten a la tragedia de haber perdido un hijo en un secuestro.

Es justo esa pluralidad la que parece estar en peligro ante la advertencia de quien tiende al autoritarismo de decir que les tiene desconfianza.

En su desplegado enumeran una decena de hechos que fueron posibles por la intervención de estas organizaciones. Muchos de los logros fueron contrarios al interés de los gobiernos panistas y priistas de los últimos sexenios, pero ninguno de esos regímenes se atrevió a atentar en contra de los derechos de la sociedad civil, sus causas, sus intereses y sus logros.

Está claro que es poco útil para los más jóvenes hacer referencia al régimen de Luis Echeverría, pero ése fue un sujeto autoritario que denostó y hasta persiguió a muchos empresarios e integrantes de lo que hoy llamamos sociedad civil.

Éste fue el primer paso de muchos que podría dar esta amalgama social, no en contra de un candidato, sino a favor de los derechos de muchos que hoy se sienten amenazados en sus libertades.

Dice el desplegado: “Mientras exista en México un régimen de libertades democráticas, habrá espacio para la sociedad civil, para sus exigencias y propuestas”.

De lo que se trata en este momento tan crucial de las campañas es de no perder esas libertades.

JNO