Muy peligroso eso de citarse en una final con el acérrimo rival habiendo de por medio una escala.

Guadalajara y América se vislumbran en el horizonte, se saben mutuamente a la vuelta de sus respectivas esquinas, casi se esperan con ansiedad, par de vaqueros que apuran el conteo pactado para girar y desenvainar el arma…, pero todavía sin certeza de que alguno de ellos llegue.

Lo mismo Real Madrid y Barcelona se han mirado de soslayo en semifinales europeas, sin todavía haberse topado en la disputa de una Champions. O Brasil y Argentina en las del pasado Mundial, donde anticipaban el mayor choque de trenes sudamericanos al fin en plena final y, para máximo misticismo, en Maracaná.

Escala, la de semifinales de Conca-Champions, que nunca ha lucido más comprometedora: en el último esfuerzo para asaltar el castillo de la gran final, el foso abunda en dragones norteamericanos, iluso el que de por hecho que lo superará. Con la doble victoria de la MLS ante rivales mexicanos en cuartos, con la no poco sufrida remontada chiva, con el pasar de los días que es favorable a que tomen ritmo los norteamericanos tras el muy reciente inicio de su torneo; con todo ello, lo primero que habrán de asumir los dos gigantes de la Liga Mx es que a la final sólo se irá con una sabia mezcla de futbol y humildad.

Ya después, si los dos se impusieran, será momento de prepararse para uno de los Clásicos más relevantes de la historia, de esos que definen el rumbo de una rivalidad, de esos de imposible revancha. A menudo ese certamen tiene une peculiaridad: que resulta mayor el premio de ir al Mundial de Clubes que el trofeo a presumirse en la vitrina. Partiendo de lo anterior, esta vez tendría mucho más peso en la historia la mera victoria en el Conca-Clásico, que lo que acontezca después en Emiratos Árabes Unidos, rodeados del resto de los campeones continentales.

En cuanto a la Conca-Champions como marca, nada le podría venir mejor: por ser el duelo de mayor repercusión en el continente, por suponer cifras superiores de dinero y televidentes, por llevar al evento a rincones a los que no ha accedido.

Final soñada casi nunca es final lograda, aunque esta vez sí parezca de todas la más factible: que la gloria de Norte, Centroamérica y el Caribe, tenga como epicentro el cotejo emblema de la liga más poderosa del hemisferio.

Por mucho continuar caminando de espaldas, concentradísimos en ver al acérrimo rival, los dos vaqueros saben que, acaso para cuando sea momento de girar y alzar el arma, el otro ya no esté.

En resumen, y es difícil asimilarlo, hoy sólo importa la ronda semifinal.

Twitter/albertolati

JNO

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