Pese a que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) determinó el viernes pasado que los debates en este periodo de intercampañas son legales, ningún candidato presidencial quiere debatir.

Andrés Manuel López Obrador ya dijo que no, aconsejado por sus cercanos que juegan con el librito: los que necesitan debatir son los que van abajo, no el puntero.

Así que no se va a exponer a perder puntos en un frente a frente ni con Ricardo Anaya ni con José Antonio Meade.

Anaya, por su parte, retó a debatir a López Obrador, aunque sabe que éste no irá con él ni por un café, porque piensa que es mejor un mano a mano con el primer lugar que con el tercero.

El desdén a Meade forma parte de la estrategia para responder a lo que considera ataques desde el PRI-gobierno, que ayer por la mañana le exigió aclarar su participación en el presunto lavado de dinero en el que se ve involucrado desde hace unas semanas.

Y Meade -al que algunas encuestas colocan en segundo lugar y otras, en tercero- quisiera debatir con los dos, pero ninguno le aceptará el reto.

El tabasqueño porque no se quiere arriesgar a un resbalón público –de hecho, ya lo tuvo con el selecto auditorio de los banqueros del país- y Anaya porque cree que ningunear al priista es una forma de contraataque.

Así que ni se emocione… si es que ya lo estaba.

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Dos personajes que pueden darle a Morena sus primeras gubernaturas el próximo 1 de julio se registraron ayer oficialmente como candidatos.

En Morelos lo hizo Cuauhtémoc Blanco y en Puebla, Miguel Barbosa.

En el primer estado, pese a la desastrosa administración –es un decir- del ex futbolista en Cuernavaca, las encuestas lo siguen ubicando como el puntero, con una distancia casi insalvable respecto a los candidatos del PRI y del PRD.

A ello ha contribuido el clima de violencia que vive la entidad y la revelación periodística de la complicidad de varios presidentes municipales –de todos los partidos- con la delincuencia organizada.

En Puebla no deja de ser una sorpresa que Barbosa encabece las preferencias, sobre todo conociendo el control político que tiene -¿tenía?- el grupo del ex gobernador Rafael Moreno Valle.

Barbosa tiene como aliado en esta aventura al ex gobernador Manuel Bartlett Díaz, el mismo al que se le cayó el sistema en la elección de 1988 y que ahora, ya perdonado y purificado por López Obrador, es el estratega de la campaña de Barbosa, aunque no aparezca en los eventos del senador con licencia.

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Parece una mala idea que justo cuando el propio jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, puso en la mesa de los debates la carencia de agua en varias delegaciones, se disponga el desperdicio de miles y miles de litros en un evento de clavados extremos.

La exhibición no se realizó ayer porque el gigantesco tanque en el que habían de caer los clavadistas presentaba fugas; no se canceló, sólo se pospuso para el domingo próximo.

¿De verdad es necesario el desperdicio?

JNO